El hincha de Temperley que armó una banda de cumbia villera en España
a todo ritmo. Junto a músicos locales y latinoamericanos, Matías Burgos lanzó una propuesta que agitó el tradicionalismo de la región de Navarra con sonidos del Conurbano.
En la ciudad donde se celebra la famosa corrida de toros de San Fermín, el Conurbano bonaerense también empuja y se hace lugar. Alguna noche, en la tradicionalista ciudad de Pamplona, se puede escuchar el candente sonido de la cumbia villera y entonces el Conurbano brilla en el viejo continente.
Matías Burgos, hincha de Temperley, fundó Sedientos de Cumbia, un proyecto junto a artistas locales que recorre clásicos del género y temas propios. "Es una banda formada entre bares, abrazos, discusiones ideológicas y, sobre todo, muchas ganas de bailar", cuenta Matías, que hace diez años se radicó en el municipio de Navarra y que en cada presentación de la banda lleva los colores del club de sus amores.
"Sedientos de Cumbia no nació por casting ni por manager sino por necesidad. Fue en el Mundialito Antirracista de Iruña, un torneo de fútbol donde además de jugar, se canta, se baila, se comparte. Ahí conocí a Iván, un argentino de alma aunque navarro de pasaporte. Nos pusimos a hablar de cumbia villera como si habláramos de política o religión. Era inevitable que termináramos armando algo", marcó.
Así llegaron los ensayos y se sumaron Íñigo en el güiro ("un navarro con swing natural que parece nacido en Avellaneda"), Javi en la guitarra eléctrica ("metiendo acordes con alma rockera y callejera"), María en las percusiones ("una fuerza rítmica que viene del tambor afro y se mete en la cumbia sin pedir permiso"), Daniel en el bajo ("argentino, migrante, sabio del groove") y Sebastián ("uruguayo que, desde su llegada a España, no paró de meterle voz a todos los proyectos que tuvieran algo de corazón"). A este equipo se sumó Pablo, tecladista, responsable de que los sintetizadores y recién llegado desde China.
UN NUEVO CONCEPTO
Matías acuñó el término casi sin querer: "Navar Cumbia Villera". "Quería ponerle un nombre a lo que hacíamos. Porque esto no es una cumbia cualquiera, ni es solo cumbia villera. Acá hay algo nuevo. Suena a calle, a combo multicultural, a grito del Sur en medio del Norte. Es cumbia, sí. Pero es navarra, es vasca, es migrante, es anarquista, es guarra y es elegante. Es villera, pero también es europea. Es un quilombo. Pero es nuestro quilombo."
El videoclip de "Quilombo" lo deja claro desde el primer plano: grabado en el Casco Viejo, el clip muestra una especie de fiesta callejera donde lo barrial, y lo urbano se mezclan sin pedir permiso. La letra compuesta por Matías y reescrita en parte por Iván y Sebastián no es solo una oda al desorden: es una declaración de principios".
"Si no hay lío, no hay fiesta. Si no hay ruido, no hay vida. Si no hay mezcla, no hay revolución", ilustra el artista que inició su tiempo en Pamplona tocando en la calle con el pseudónimo "Matías del Ascensor".
Desde el año pasado, la banda viene en ascenso y tocando cada vez más. "El primer show de Sedientos fue en un bar-restaurante de barrio que se llama El Gallego. La gente se volvió loca. Ahí entendí que algo habíamos tocado, algo se había despertado."
En 2024 tocaron en fiestas de pueblos, plazas de Iruña, gaztetxes, festivales alternativos, bares, eventos solidarios. Se adaptaron al espacio y a la gente, como la cumbia misma. Su repertorio mezcle temas propios con clásicos de Damas Gratis, Los Mirlos y Amar Azul, pero también con guiños a bandas vascas, al ska europeo o incluso a ritmos afrolatinos.
"El show de Sedientos no es solo un concierto: es una experiencia. A veces hay pogo, otras veces hay abrazos, siempre hay sudor. Y la gente canta. Porque incluso quienes no conocían la cumbia villera, se terminan sumando", cuenta Matías y añade: "Una vez un chaval de un pueblo nos dijo que nunca había escuchado cumbia en su vida, pero que lo que sintió ese día fue como volver a nacer".