lunes 15 de diciembre de 2025
Otros tiempos.

Lomas como destino turístico: cómo eran los viejos veranos

En el sur del Gran Buenos Aires, Lomas de Zamora se transformó en un refugio habitual para quienes buscaban aire fresco y tranquilidad sin alejarse demasiado.

El último tramo del año suele sentirse como una carrera de obstáculos en Lomas de Zamora y en todos lados. Las temperaturas asfixiantes en la calle, los finales universitarios que se acumulan, las reuniones laborales que quedaron colgadas y los trastornos cotidianos del transporte convierten a diciembre en un mes espeso, casi interminable.

Sin embargo, ya cruzamos el ecuador del calendario y las Fiestas empiezan a insinuarse como un respiro. Para muchos, el alivio verdadero aparece con un solo pensamiento: las vacaciones. La mayoría apunta a la Costa Atlántica; otros, con más ganas de aventura, se lanzan hacia la Patagonia, el Norte o las Cataratas del Iguazú. Y están también quienes, con un bolsillo algo más generoso, arman las valijas para salir del país.

Viajeros de otra época

Para los que se quedan, Lomas de Zamora seguirá siendo el escenario cotidiano… aunque no siempre fue sinónimo de rutina ni de calor agobiante. Hace un siglo, el municipio era un destino veraniego elegido por buena parte de los argentinos. Suena extraño hoy, pero no lo era para los viajeros de entonces.

A comienzos del siglo XX, el panorama del transporte era muy distinto. Los caminos eran precarios y las opciones para movilizarse, escasas. Mientras los miembros de la aristocracia porteña podían escaparse a la por entonces distinguida y creciente Mar del Plata, el resto debía conformarse con alternativas más cercanas y accesibles.

El sur del Gran Buenos Aires se transformó así en un refugio habitual para quienes buscaban aire fresco sin alejarse demasiado. Y Lomas, que todavía no estaba integrado a la enorme metrópolis actual, ofrecía una tranquilidad difícil de encontrar en la ciudad. No había mar ni médanos ni chalets elegantes como los de La Feliz, pero sí grandes casonas y quintas interminables, rodeadas de árboles frutales.

Espacios verdes y cultivos en Lomas

Los registros de la época mencionan almendros, castaños, citrus, nogales, uvas, peras, granados y limoneros. También se cultivaban papa, batata, maíz y maní. Para los visitantes, esos terrenos eran un paraíso sencillo: durante la siesta, los chicos salían a buscar ciruelas y duraznos para improvisar una merienda gratis y deliciosa.

Al caer la tarde, cuando el calor cedía, se lanzaban a correr por los espacios verdes en busca de algún arroyo cercano. Ese paisaje empezó a transformarse con la llegada de nuevos habitantes y la expansión urbana que modificó por completo a la Provincia. Las quintas fueron desapareciendo y dieron lugar a los barrios que hoy recorremos todos los días.

Con ellos, Lomas dejó de figurar en la lista de destinos veraniegos y pasó a ocupar su lugar actual dentro del Gran Buenos Aires. Aun así, para más de un vecino, el patio de la casa sigue siendo el único rincón posible para descansar cuando llegue el verano. Y, aunque el contraste con aquel pasado bucólico sea evidente, siempre queda espacio para un consuelo: al menos estamos en casa. ¡Hasta la semana que viene!

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