Kiosco "Ketty", el comercio que traspasó a varias generaciones en Lomas
DÍA DEL KIOSQUERO. Carlos Latorre recordó a su esposa, que atendía el local ubicado en Fonrouge al 800. Hoy hay otros dueños, quienes mantuvieron el nombre a modo de homenaje.
El Día del Kiosquero en Argentina se celebra en Argentina todos los 31 de mayo para reconocer y agradecer la labor de aquellos comerciantes que son un pilar fundamental en la vida cotidiana de los vecinos. En Lomas existe un kiosco que tiene 50 años de historia: "Ketty" se convirtió en un símbolo para la zona, al punto de continuar llamándose así luego de la partida física de quien fuera una de sus dueñas. El lomense Carlos Latorre (85), su esposo, contó la historia del local y lo que significó "Ketty" para los vecinos.
Kiosco "Ketty" está ubicado en Fonrouge al 860, justo frente al Instituto Nuestra Señora Del Carmen, donde atiende hace ya medio siglo. El local lleva el nombre de la esposa de Carlos (Guillerma "Ketty" Di Leo), con quien se casó en 1969: juntos decidieron apostar, seis años después, por la apertura del comercio.
"En esa época prácticamente no había kioscos, por eso invertimos en mercadería y muebles para empezar con el proyecto. Contábamos con muy buenos precios y la amabilidad de mi esposa, quien se encargaba de la atención al público, mientras que yo la ayudaba con las compras", explicó Carlos, con cierta nostalgia en sus palabras tras recordar a su compañera de vida, que partió de este mundo hace tres meses.
En esa época prácticamente no había kioscos, por eso invertimos en mercadería y muebles para empezar con el proyecto. Contábamos con muy buenos precios y la amabilidad de mi esposa, quien se encargaba de la atención al público, mientras que yo la ayudaba con las compras.
A lo largo de todo este tiempo, el kiosco logró una reputación exitosa gracias a dos tipos de clientes: los vecinos aledaños y, por supuesto, la comunidad educativa que asiste al Instituto Nuestra Señora del Carmen. La fusión de ambos factores hizo que el Kiosco "Ketty" se mantenga de pie y se convierta en una especie de ícono para el barrio.
El kiosco logró una reputación exitosa gracias a dos tipos de clientes: los vecinos aledaños y, por supuesto, la comunidad educativa que asiste al Instituto Nuestra Señora del Carmen.
"Mi esposa era muy querida por los alumnos de la escuela. Incluso los chicos y las chicas venían a comprar los feriados o los fines de semana, cuando no debían venir a clases", reveló Carlos.
Desde hace un año y tres meses, el kiosco es atendido por otros dueños, quienes le pidieron a Carlos la autorización para mantener el nombre del comercio, un gesto a modo de homenaje para Guillerma. "Mis hermanos, mis hijos y yo la conocíamos porque asistimos al Instituto Nuestra Señora del Carmen. Ketty es insustituible y por eso le dejamos el mismo nombre al local", cerró Valeria, que es la actual dueña del kiosco.