Los detalles poco conocidos de la esquina sin ochava de Lomas 

HISTORIA LOCAL. En Azara y Saénz, funcionaba el almacén de los Broggi, un lugar de estilo colonial en su estructura. Su esquina era en ángulo recto. 

El paso del tiempo y la modernidad terminaron con ese símbolo urbanístico

El paso del tiempo y la modernidad terminaron con ese símbolo urbanístico.

En estos tiempos es muy raro encontrar casas que, por su antigüedad, no respeten la obligación de dejar un lugar libre en la esquina para mejorar la visibilidad de las personas y vehículos que transitan por allí. Es decir, esquinas que tienen una construcción en un ángulo de 90 grados.  

Pero en Lomas de Zamora perduró por muchos años una céntrica esquina sin ochava cuyos orígenes se remontan al siglo XIX. ¿Me acompañan a conocer la historia? 

El almacén de los Broggi, como se lo conocía en esa época, era un lugar de estilo colonial en su estructura, con altas rejas en los ventanales casi hasta el piso, de hierros fraguados artísticamente, sobresaliendo hacia la calle, con postigones por dentro.

Quedaba en la esquina de las actuales Azara y Saénz. También tenía gruesas vigas de madera en los techos, los candiles de sebo, sus estanterías clásicas de pulperías con la exhibición de las botellas, grapa, ginebra y aguardiente. Sus amplios mostradores de estaño y las mesas donde los parroquianos se reunían para jugar al truco o al mus, improvisando alguna payada. 

En 1897, don Manuel Castro, un reconocido vecino emprendedor, paraba con su carruaje a tomar una copa. Estos pioneros de Lomas, como los Grigera, los Portela y algunos más, discutían el futuro y progreso del pueblo. Con los años, Manuel Castro llegó a ser intendente municipal del partido de Lomas de Zamora, entre 1898 y 1899. 

Más acá en el tiempo, en la década de 1960, todavía existía este viejo almacén. Ya estaba en manos de uno de los últimos Iberra, don Eustaquio Iberra. Una controversial familia de la que ya hemos hablado en estas columnas. Cuando cerró el negocio, por las tardes se sentaba en un banco en la puerta, contemplando el devenir del barrio y quizá, recordando muchas historias y anécdotas. Como los momentos que estuvo ahí Jorge Luis Borges, asiduo visitante en sus estadías en la zona sur del Gran Buenos Aires. 

Una de sus últimas visitas, cuando ya casi había perdido la visión, fue en 1965. Lo acompañaron integrantes de la Comisión de Estudios Históricos de Lomas. Borges tocó las paredes del viejo almacén, las acarició suavemente, pensando que en este maravilloso lugar se inspiraron muchos de sus cuentos, como "La Intrusa" del libro "El informe de Brodie" y alguna milonga inspirada en los hermanos Iberra. Ese día el gran maestro de la literatura nacional tomó un café, servido por don Eustaquio.

Lamentablemente, el paso del tiempo y la modernidad, terminaron con uno de los símbolos urbanísticos locales: la esquina sin ochava. ¡Hasta la semana que viene, amigos! 

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