Se cumplen 50 años de un Los Andes - Banfield difícil de olvidar
Imborrable. Fue en el estadio Eduardo Gallardón, en un partido por la vieja Primera B, en el que hinchas del Milrayitas ingresaron al campo y provocaron graves incidentes.
A lo largo del tiempo, Los Andes y Banfield se vieron las caras en 48 oportunidades y cada partido tuvo su sabor especial, pero hubo uno que marcó al fútbol argentino y cuyo recuerdo sigue aún presente en la memoria de los hinchas.
Fue hace exactamente 50 años en el estadio Eduardo Gallardón. El 9 de junio de 1973, en un partido válido por la fecha 15 del torneo de la Primera B (lo que hoy sería la Primera Nacional), el Milrayitas y el Taladro se cruzaron después de los que fueron los enfrentamientos en Primera División de finales de la década del 60 y principio de los 70.
El local no llegaba bien al encuentro, acumulaba una serie de malos resultados y se ubicaba en el fondo de las posiciones; la visita, que había descendido esa temporada, llegaba puntero y afianzado como serio candidato al ascenso.
La lógica se impuso en el césped del Gallardón y el dominio fue rápidamente de Banfield, pero Los Andes resistió bastante bien a pesar de la superioridad del rival y complicó los planes del equipo de la dupla López-Cavallero (el padre de Pablo, uno de los lomenses que fueron mundialistas).
Sin embargo, sobre los 30 minutos del primer tiempo, la terna arbitral encabezada por el árbitro Pedro Feola tomó mayor protagonismo y acaparó la atención de los hinchas, especialmente la de la parcialidad local. Y eso fue cuando Banfield hizo el primer gol. De acuerdo a las crónicas de la época, Luis Roselli puso el 1-0 en una alevosa posición adelantada que el juez de línea Osvaldo Bianco no sancionó y eso, de poco, comenzó a desatar la furia de los hinchas.
Y el primer estallido se produjo después del 2-0, anotado por el histórico Juan Taverna pocos minutos después del 1-0, cuando un grupo de hinchas del Milrayitas abrió una puerta ubicada en la tribuna hoy llamada Familia Da Graca e ingresó al campo de juego con intención de pegarle al árbitro Feola. A ellos se le sumó otro grupo que entró por el viejo túnel de la platea.
Esto, obviamente, detuvo el partido por varios minutos, pero el réferi decidió continuar el encuentro, confiado que la anécdota terminaría ahí. Pero nada de eso sucedió.
En el segundo tiempo, en medio de una tensa calma y con poca presencia policial, Banfield se puso 4-0 gracias a dos gritos más de Taverna y la parcialidad del Milrayitas no paraba de recriminarle al árbitro por varios penales no cobrado. Si bien sobre el final, Feola le concedió uno, el cual fue convertido por Piñero, la bronca era total y cuando llegó el pitazo final, se vivió lo peor de la jornada.
El enojo acumulado se expresó de la peor manera y nuevamente los hinchas, esta vez en un número mayor, ingresaron al campo de juego en medio de una lluvia de proyectiles destinada a los tres jueces, quienes escaparon hacia el vestuario. Dos de los tres, el árbitro Feola y el asistente Doroteo Velazco, lograron llegar, pero lo hicieron muy golpeados por los hinchas.
El tercero, sin embargo, nunca llegó a destino. Como estaba muy lejos del vestuario, Bianco saltó al alambrado de la tribuna Horacio Palacios, antiguamente la visitante, y salió corriendo por la calle Sáenz, pero también fue perseguido por los hinchas y también terminó muy golpeado, tirado en jardín de una casa de la zona.
Los que también tuvieron que salir corriendo fueron los jugadores de Banfield, que también saltaron el alambrado de la tribuna para salir del foco de tensión, y uno de ellos, el reconocido Ricardo Lavolpe, terminó en metiéndose en una casa del barrio, escapando de los hinchas de Los Andes.
Por esta locura que se vivió en el Eduardo Gallardón, la AFA desafilió a Los Andes por dos meses y le descontó 18 puntos, lo que hubiera condenado a la Primera C. Sin embargo, ese año se suspendieron los descensos y el Milrayitas jugó la otra temporada en la Primera B.