Escuchar en 3D

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La posibilidad de escuchar música en tres dimensiones parece casi una superstición en un mundo en el que lo que se oye viene desde uno u otro lado, es decir, siempre desde una ubicación exacta.

Pero ir más allá es lo que plantea el sonido holofónico, una invención del ingeniero argentino Hugo Zuccarelli, quien creó parlantes para oír la música en 3D. Pero no se trata de una revelación reciente.

Zuccarelli creó el sistema de grabación holofónico entre los ‘60 y los ‘70 y trabajó con Paul McCartney, Pink Floyd, Michael Jackson, entre muchos otros consagrados artistas. Según palabras del propio Zuccarelli, “es el sonido más potente del mundo”, y no porque vaya a aturdir al escucharlo, sino por una cuestión de frecuencias y vibraciones que lo hacen sonar fuerte, pero clarísimo, con una técnica de exposición múltiple: se produce mediante la grabación del patrón de interferencia generado cuando el sonido original grabado se combina con una señal digital de referencia inaudible.

El sonido generado es de un realismo tal que algunas personas dicen haber olido a fósforo al escuchar una cerilla prendiéndose. No obstante, este sistema de grabación chocó con una serie de eventos desafortunados: contratos fallidos con empresas que lo dejaron afuera a Zuccarelli de distintos proyectos, pero también los desencuentros con los egos de lo artistas, y principalmente, una campaña de las grandes multinacionales contra el sonido holofónico atentaron contra la divulgación del sistema.

Frente a esto, Zuccarelli descubrió que pasando música convencional, es decir, grabada estereofónicamente, por los parlantes holofónicos se encontraba uno con la posibilidad de conocer nuevos y ocultos aspectos que en los sistemas de amplificación convencionales no son dados a conocer.

Así, Zuccarelli armó parlantes holofónicos -únicos en el mundo- de unos cuatro metros de altura que recrean ese sonido envolvente, que dispara imágenes mentales con una amplitud espacial mayor.

Entonces, eligió distintos discos de artistas para pasarlos a través de sus parlantes en el Centro Cultural Konex. Allí fui la semana pasada, a ver con qué me encontraba al escuchar el disco de Floyd “The dark side of the moon”.

La experiencia sonora se desarrolla en una total oscuridad, para una mayor potencialidad sensitiva. Siendo yo una persona muy escéptica y estructurada, pude experimentar diferencias al sonido convencional: si bien en todo momento tenía en claro que la música provenía desde adelante, por momentos el sonido de los instrumentos se difuminaban por distintas partes, las guitarras estaban arriba, las voces abajo, luego arriba.

Además, la claridad de poder distinguir bien el sonido de los instrumentos y sus matices. Esa des-ubicación del sonido, y al estar a oscuras, hizo que la escucha del disco sea más sensitiva, es decir, propensa a las sensaciones: asombro, tedio, contemplación, etc.

¿Me pregunto, cómo sería la percepción de algunas cosas si todos los sonidos pudieran escucharse en

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