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Sanguinetti, un fiel exponente de la rica historia de Banfield

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El Archu llegó al club a los ocho años y se retiró a los 37. “Defendí esta camiseta hasta el último minuto”, dijo el jugador con más presencias.

Javier Esteban Sanguinetti es Banfield. Capitán, figura, ídolo, el jugador con más presencias en el club.

Forjó su carrera deportiva en el Taladro (apenas un breve paso por Racing), integró planteles históricos y fue parte del cuerpo técnico de Julio Falcioni que ganó el primer campeonato en la historia de la gloriosa institución del Sur del Gran Buenos Aires.

“Banfield es mi casa. Desde los ocho años hasta los 37 que me retiré, pasando por la Escuelita y la Colonia. Es una vida dentro de otra. Luego fueron dos años más integrando un cuerpo técnico. Banfield me enseño a ser buena gente, conocer los códigos de la vida, fue el club que me afianzó como profesional, el que me cumplió el sueño de ser jugador de Primera División. Siempre voy a estarle agradecido a Banfield por las tantas oportunidades que me dio”, expresó Javier a La Unión.

Debutó y se retiró con la Albiverde en el pecho. Dejó un legado y mucha enseñanza a los jóvenes que crecieron a su lado. Hoy en día es recordado como uno de los mejores centrales del club. Se ganó el cariño de la gente, que hoy en día le agradece.

“Siempre digo que con Banfield estamos a mano. Todo lo que pude, se lo di. Como profesional y como persona, defendí esta camiseta hasta el último minuto, siempre intentando lo mejor, como cuando estuve de ayudante de Julio Falcioni. No nos debemos nada. Agradecido de por vida, el cariño que recibo de cada hincha que me cruzo por la calle no tiene precio”, manifestó el Archu.

En junio de 2008, en su casa del Lencho Sola, Javier decidió ponerle punto final a su carrera. Apenas jugó cinco minutos frente a River, cuando fue reemplazado por Mauro Dos Santos.

“La decisión estaba tomada, no fue en caliente. Desde mi retiro, hace ya nueve años, nunca más volví a jugar un partido de fútbol. Capaz dirigiendo sí, pero nada de veteranos y esas cosas. Los que jugué, los hice profesionalmente en Banfield durante casi 18 años. Si no lo sentí en su momento, tampoco ahora”, recordó.

Y agregó: “Recuerdo todo con cariño. No me dan ganas de entrar a un campo de juego. Son momentos de la vida, nada es para siempre. No me arrepiento, lo disfruté. Y ahora lo disfruto desde otro lugar. Un día me levanté para jugar y no sentía nada, me desgané. Esas señales me fueron dando las pautas que ya no estaba para jugar”.

Planteles, equipos, campañas, momentos buenos y de los no tantos. Todo pasó como un flash en la vida del Arche.

“Disfruté la generación del 86-87, con Robinson Hernández, Marcelo Benítez, el Cabezón García, que Dios lo tenga en la Gloria. Jugadores que realmente fueron ídolos máximos que me daban ganas de ir a la cancha a verlos. Qué decir de Javier Zanetti, Julio Cruz, Garrafa Sánchez, el Laucha Lucchetti, haber dirigido a James Rodríguez…”.

Tampoco olvida a “los del 2001, esa generación que refundó el club. Banfield estaba en ruinas, más cerca de quedarse por mucho más tiempo en esa categoría que de lograr el ascenso. Todo eso hizo que pudiera jugar con amigos que hoy por hoy nos seguimos viendo, como el Moncho Fernández, el Loco Cervera, Darío Cvitanich, Renato Civelli, Emiliano Armenteros, Andrés San Martín y muchos tantos más”.

Javier no descarta que algún día será técnico de Banfield: “Ahora hay un entrenador (Julio Falcioni) a quien aprecio muchísimo, que me dio todo como persona y me reinsertó al fútbol. En un futuro se dará. De eso no tengo dudas

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