Frío

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Cada vez que llega el invierno, el problema vuelve a aparecer. Por falta de control o mera especulación de algunos, el precio de la garrafa social se dispara por las nubes.

Esta situación, principalmente, golpea a los hogares vulnerables, que no tienen acceso a la red de gas natural y que tienen que hacer un gasto extra para no sufrir el frío desde junio hasta agosto.

Hoy, en el conurbano y distintos punto del país, el gas envasado llega a duplicar el tope de $135 establecido por el Gobierno y puede llegar a ofrecerse a $280.

“Este es un abuso que no se puede permitir”, dice Pedro Bussetti, director de la asociación de consumidores Deuco que realizó un relevamiento en distintas provincias y exigió la intervención inmediata de los funcionarios El encarecimiento de la garrafa social es un problema para una buena porción de los hogares.

Por Nicolás Sagaian

Según el Enargas, en Argentina hay 8.167.409 de viviendas con servicio residencial de gas. De acuerdo al último censo, la cantidad de hogares en el país es 12.171.675, por lo que se deduce que 4.004.266 hogares no tienen gas

natural. “Las garrafas subsidiadas del ‘Programa Hogar’, a $135, no se consiguen en ninguna parte y en amplios sectores del Conurbano se termina pagando hasta 200 pesos por cada garrafa de 10 kilos”, advierte Bussetti. Asociaciones de defensa al consumidor elevaron un reclamo al Ministerio de Energía aunque les respondieron que es un tema que maneja la Secretaría de Comercio.

El Gobierno se tira la pelota. A partir de la implementación del Programa Hogar, las personas sin acceso a la red de gas natural pueden recibir un subsidio para cubrir los costos de la compra de las garrafas, pero en los hechos el plan se queda a mitad de camino.

La iniciativa consiste en el depósito de dinero que en teoría permitiría acceder a una serie de garrafas de gas al año. Es recibido por hogares con ingresos inferiores a dos salarios mínimo vital y móvil o por familiares de una persona con discapacidad con ingresos inferiores a tres salarios mínimos. Contempla el subsidio de 18 garrafas al año para los hogares de hasta cinco miembros y de 20 garrafas para hogares con más de cinco miembros.

La cantidad de garrafas subsidiadas aumenta para los hogares del sur del país. El esquema sin embargo es que siempre tiene problemas. Cuando los precios se empiezan a disparar, el circuito se corta por el hilo más fino: las personas.

Como la Anses deposita directamente en la cuenta de los beneficiarios el dinero correspondiente a la garrafa (otorga un subsidio de $115), el faltante lo tiene que poner el beneficiario. Lo que ocurre en esta época es que los subsidiados quedan desamparados.

El Gobierno no controla el mercado y no interviene poniendo multas. Los vendedores cobran lo que quieren y para cocinar o calentarse las familias tienen que comprar, no les queda otra. Por eso, el Ejecutivo debería tener un poquito más de sensibilidad e involucrarse para aportar una solución a un problema de todos los inviernos.

Si no millones de familias quedan a la deriva, con frío, a la intemperie, mientras el mercado, como siempre, sigue haciendo lo que qui

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