Desprestigio al capitán
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A la hora de hablar de un capitán a bordo de un barco, nos estamos refiriendo a alguien responsable sobre el grupo, alguien que es escuchado y respetado por todos, una autoridad que está al mando, que controla y corrige, que comanda.
Si lo trasladamos a la capitanía en el fútbol, el concepto es el mismo. El capitán es el jugador Nº1 del plantel más allá de cómo juegue al fútbol o qué tanto aporte dentro de la cancha. Es un futbolista con la personalidad suficiente para estar al frente. Generalmente es el más influyente dentro del vestuario, la voz de mando en la cancha, el nexo con la dirigencia, la referencia para los jóvenes. Todas estas características se van forjando con el tiempo y en muchos casos con el sentido de pertenencia que genera el jugador con el club o con una camiseta.
Claro está, las cosas van cambiando y muchas veces nos encontramos con brazaletes en brazos desconocidos o en futbolistas que no están ni cerca de ser una referencia de capitán para el exterior.
Los grupos en el fútbol o en cualquier ámbito de trabajo suelen tener menos fortaleza que en otros tiempos por una cuestión lógica -y triste- de un mundo que avanza hacia el individualismo y el cuidarse uno antes que cualquier cosa. Sin embargo, estas cuestiones no son absolutas y varían según diferentes factores y momentos.
Lo que no cambia son los gestos y hay ciertas cosas que, definitivamente, no se pueden hacer.
Lanús, un club tan venerado por la labor de sus dirigentes, cometió una equivocación grave para su propio futuro: desprestigió a -quizás- el capitán más importante de la historia de la institución.
Como si se tratase de un futbolista más dentro de los libros del Granate o un refuerzo que no funcionó y se le pone fin a su contrato, decidieron cortar la carrera de Maximiliano Velázquez y elegir por él que no juegue más al fútbol.
Lo invitaron a retirarse y ser entrenador de las Divisiones Inferiores (como si fuera un trabajo más que no requiriera preparación). Le faltaron el respeto de una manera escandalosa, se olvidaron de su sacrificio, de los títulos que tiene sobre su espalda y del récord de presencias en el club. Lo empujaron a salir de la institución.
Desde el calor de la tribuna o la comodidad de una oficina del club no se toma dimensión de la carrera que tiene un futbolista. A los 35 años (con suerte, a los 40) se jubila. Literalmente, deja de hacer lo único que hizo durante 30 años. Con viento a favor, hizo plata y podrá sobrevivir si la invirtió bien. De otra manera tendrá que salir a la vida como un principiante pero siendo un adulto. Siendo Velázquez quien es y recibiendo el trato que tuvo, ¿qué pueden esperar los demás?
¿La dirigencia de Lanús es modelo a nivel nacional? Sin dudas. Pero últimamente vienen pifiando como nu