El Gasolero aceleró fuerte en la recta final y cerró un año positivo
Resumen del año. De menor a mayor, Temperley llegó al final del semestre metido en la pelea seria por los ascensos. La llegada de Perazzo, la gran clave en el Celeste.
En un año que parecía terminar sin grandes alegrías y con cierto malestar por lo que había sido el cierre de la temporada 2018-19, la llegada del entrenador Walter Perazzo cambió todo en el mundo Temperley. Y lo que iba camino a ser un 2019 regular, sin mucho para destacar, se transformó un gran año, con hinchas repletos de ilusiones y con el equipo metido de lleno en la pelea por el ascenso a la Superliga.
Los 20 puntos (sobre 27 en juego) que obtuvo Perazzo desde su arribo al club hizo olvidar el flojo comienzo con Cristian Aldirico, como así también el mal cierre de la temporada pasada, y le empezó a dar forma a un sueño que parecía dormido para que los simpatizantes, al momento de los brindis de fin de año, tengan un motivo por qué chocar las copas con miras al 2020.
LO MEJOR. Sin lugar a dudas, lo más destacable del Gasolero se vio en el segundo semestre, especialmente desde la llegada de Walter Perazzo a la dirección técnica. Y es que a partir de eso, con buenas actuaciones y una idea clara de juego, dejó el fondo de la tabla de posiciones de su zona y se metió de lleno en la pelea por el ascenso, con un crecimiento notable: terminó el semestre con 25 puntos (producto de siete victorias, cuatro empates y cuatro derrotas) y quedó a sólo tres unidades de los líderes Atlanta, Estudiantes de Río Cuarto y Platense. A esto se le agrega que, gracias a estos buenos números, se clasificó a la Copa Argentina, algo que no había podido conseguir en 2018 y que fue una de las metas que se propuso Perazzo cuando asumió.
LO PEOR. Si bien el año de Temperley no tuvo puntos negativos muy marcados, se puede mencionar que, en el primer semestre, nunca dio el salto necesario para meterse de lleno en la pelea por el Reducido. Y a ese problema, en el balance general, se lo puede marcar como uno de sus aspectos más flojos. El equipo, que había hilvanado varias victorias y estuvo en la conversación de arriba en buena parte del torneo, perdió el rumbo en la recta final y lo pagó muy caro. Y los números son claros: de los últimos 12 puntos en juego, logró apenas 1 y por eso se alejó sólo de la conversación. En ese sentido, la derrota por 1-0 en el Clásico de Sur ante Los Andes fue el inicio de esta racha negativa que lo dejó sin nada.
LA FIGURA. Este galardón tiene un dueño claro: el uruguayo Matías Castro. El arquero, a fuerza de buenas actuaciones y siendo clave en bastantes partidos, se transformó en uno de los pilares del equipo en el primer semestre del año, a tal punto que, cuando se lesionó en la recta final del torneo, el Celeste lo sintió bastante, ya que se ausentó en cinco de los últimos seis partidos de la temporada. Y en el segundo semestre, ya con Walter Perazzo como entrenador, llegó su logro más importante, el que lo hace merecedor de este premio, al transformarse en el arquero que más minutos mantuvo su valla en cero. El uruguayo no recibió goles durante seis partidos seguidos (dos meses aproximadamente) y aguantó 654 minutos con el cero en el arco. Con esto superó la marca de Federico Crivelli, con 593 minutos.
LA RACHA. En el segundo semestre, Temperley hilvanó cinco triunfos consecutivos, sin recibir goles en contra y con sólidas producciones, y gracias a eso empezó a soñar con la posibilidad de pelear por el ascenso. Esos 15 puntos que logró de manera seguida le permitieron, casi sin darse cuenta, salir de la zona de abajo y meterse de lleno en la pelea por el primer lugar. Y las víctimas fueron Barracas Central, Deportivo Morón, Mitre de Santiago del Estero, Platense e Independiente Rivadavia. Pero a eso, además, se le suma otro dato de importancia: desde la llegada de Perazzo, el Gasolero sumó 20 unidades sobre 27 en juego, producto de seis victorias, dos empates y sólo una derrota, y eso es lo que realmente ilusiona al pueblo cele