A los folkloristas argentinos, en su día
Mundos personales. Los exponentes del género tienen su jornada en el almanaque en honor al natalicio de un gran maestro y difusor de la cultura.
A pesar de que hay algunos ritmos musicales que casi monopolizan lo que se escucha en los medios y en las plataformas, el folklore sigue gozando de buena salud.
La prueba está en la alta concurrencia que siguen tendiendo los festivales del género, como Cosquín y Jesús María, la vigencia de los artistas consagrados y la aparición de nuevo valores.
También el folklore dice presente como influencia en artistas de otros estilos, quienes no reniegan de los sonidos telúricos para sus composiciones.
Los folkloristas argentinos tienen su merecido día para festejar su labor y se recuerda esta jornada en reconocimiento a un grande.
El 29 de mayo es considerado en Argentina como el Día del Folklorista y está fecha en el almanaque es en homenaje al natalicio de Don Andrés Chazarreta, músico, investigador, docente y gran difusor del folklore argentino.
La fecha se instituyó formalmente mediante la sanción de la Ley 26.665, aprobada en 2011 por el Congreso de la Nación.
Nació en la provincia de Santiago del Estero allá por el 29 de mayo de 1876 y murió en su tierra natal el 24 de abril de 1960, fue músico e investigador argentino del folklore.
Fue el primer difusor de la música folklórica argentina haciéndola llegar a todo el país desde 1906 con su conjunto de Arte Nativo, integrado por 30 artistas, entre músicos y bailarines.
Con ellos recorrió primero el Noroeste, y luego debutó el 16 de marzo de 1921 en el Teatro Politeama de Buenos Aires.
Esa representación que fue considerada histórica por ser la primera difusión de carácter nacional de la música folklórica argentina.
Después de educarse en escuelas provinciales, ingresó a la Normal. Allí se graduó de maestro en 1896. Ejerció la docencia durante 27 años ininterrumpidos.
En su labor docente, fue profesor del Internado Muñoz, y director de las escuelas de San Francisco, La Merced y Círculo Católico de Obreros.
Desde los 15 años, en forma autodidacta interpretaba diversos instrumentos musicales y cultivó tal condición a lo largo de toda su vida.
Bajo la influencia de la literatura tradicionalista y por las representaciones gauchescas de los circos criollos, formó un elenco con bailarines y músicos santiagueños aficionados para poner en escena las danzas y canciones tradicionales de la época.
Fue autor de temas clásicos del folklore argentino como "Zamba de Vargas", "La telesita", "El kakuy", "Criollita santiagueña", entre muchas otras.