Benito Quinquela Martín, el creador de un barrio
mundos personales. Fallecía hace 45 años este artista plástico considerado por él mismo como "el inventor de La Boca" y de sus personajes.
Hace 45 años, el 28 de enero de 1977, a sus 87 pirulos, fallecía el artista plástico Benito Quinquela Martín, considerado por él mismo como "el inventor de La Boca".
La vida de Benito Quinquela Martín es toda una leyenda y no fue nada fácil. Fue abandonado el 21 de marzo de 1890 en la Casa de Niños Expósitos, Casa Cuna, y allí se fijó su fecha de nacimiento por aproximación: el 1 de marzo.
Ese día festejaría su cumpleaños hasta el final de su existencia. En ese orfanato viviría su primera infancia. A los ocho años llegó a su vida el matrimonio Chinchella.
Benito cursó dos años de escuela primaria y empezó a trabajar como colaborador en la carbonería de sus padres. De adolescente ayudó a su padre en el puerto, como estibador.
El barrio de La Boca significó un especial deslumbramiento para Benito. La Boca era un barrio cosmopolita, no solamente por la mezcla de lenguas, sino por la multiplicidad de culturas. Había italianos, japoneses, chinos, uruguayos, yugoslavos, griegos y turcos. .
Ese incesante trajín del trabajo del puerto, un paisaje que no se parecía a ningún otro de la ciudad de Buenos Aires, el paisaje del río, los entornos más agrestes de la Isla Maciel y de algunas partes de La Boca, la arquitectura boquense, el colorido de esa arquitectura, originó el eterno romance entre La Boca y Quinquela.
En ese barrio variopinto la cultura era parte de la vida cotidiana. Era natural la presencia de artesanos, tallistas y escultores.
Benito, en tanto que repartía su tiempo entre la carbonería y el trabajo en el puerto, garabateaba, ensayaba, algunos dibujos, con el carbón de la carbonería, como el mismo va a reconocer, "con una ignorancia enciclopédica".
El primer pincel que tomó en su vida fue a los 14 años, en 1904, cuando participó para ganarse unos pesos en la campaña que llevó a Alfredo Palacios a ser el primer diputado socialista de América Latina.
Su vocación se afirmó con el ingreso a la academia Pezzini-Stiatessi, una de las tantas instituciones proletarias del barrio. Allí se enseñaban diversas disciplinas, entre ellas dibujo y pintura, y allí adoptó al único maestro que iba a tener en la vida: Alfredo Lázari. Con él empieza la orientación definitiva de la vocación de Quinquela.
Su musa inspiradora fue La Boca y su gente y Su obra se divide en grandes series: Días luminosos, Días grises, serie del Fuego y Cementerios de Barcos.
En todas van a aparecer el paisaje de su barrio de alguna manera y cuando se aleja demasiado de la realidad pone en el horizonte un elemento "real" para volver a situarnos en el barrio: la cúpula de la iglesia San Juan Evangelista, algún detalle del Puente Transborador, el viejo Puente Pueyrredón de Barracas.
Un día contrajo una gripe que derivó en una hemiplejía. Tuvo que luchar para recuperar la motricidad y lo logró pero sus fuerzas no eran las de antes y no se animó a seguir viviendo solo. Su amigo Raúl Andrade le prestó una casa en la calle Suárez 1620.42
Soltero y sin herederos decidió casarse por primera vez a los 84 años de edad con su secretaria de toda la vida, Alejandrina Marta Cerruti. La boda se llevó a cabo el 15 de marzo de 1974 siendo testigo el director del Museo de Bellas Artes de Artistas Argentinos "Benito Quinquela Martín" Guillermo de la Canal. Su esposa, como única heredera, recibió todos sus bienes.
Los restos de Benito Quinquela Martín fueron enterrados en un ataúd fabricado por él, años antes, porque decía "que quien vivió rodeado de color no puede ser enterrado en una caja lisa". Sobre la madera que conformaba el ataúd estaba pintado una escena del puerto de La Boca.