Ritmo y sensualidad
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A las 21.55, las luces del estadio Vélez se apagan, comienzan los gritos, los celulares ya están preparados para no perder ni un minuto de filmación del momento de apertura del show que fue anunciado hace cinco meses y después de tanta espera llegó el momento de disfrutarlo.
Por Silvina Constenla
La energía se siente en el aire, el escenario se enciende de luces, los primeros acordes inundan el lugar hasta que aparece él, impecable en un traje azul perfecto, debajo de un cubo aparece parado en un rectángulo que va bajando lentamente hasta llegar al escenario. Los gritos ensordecedores reciben al artista que no defrauda, que baila, se mueve al ritmo de sus bailarines e inmediatamente saluda: “Buenas noches Buenos Aires, ¿cómo estás?”.
Ricky Martin tiene más de 30 años de carrera y sabe cómo demostrarlo en el escenario. La escenografía es gigantesca con 250 luces móviles, 6 elevadores y 5 pantallas gigantes que suben y bajan mostrando imágenes que reflejan cada una de las canciones del repertorio y hasta las del show en vivo.
Los temas en inglés son los protagonistas de los primeros minutos del show. El cambio de vestuario es continuo, enseguida desaparece el elegante traje azul para pasar a un atuendo más cómodo para entonar y bailar al ritmo de Shake your bon bon. Ricky no se priva de nada y hasta irrumpe en lo más alto del escenario arriba de un descapotable para cantar Livin’ la vida loca, con un despliegue único. Pero, el estadio explota cuando los acordes de las baladas más reconocidas del boricua comienzan a sonar tras la advertencia: “Les traigo lo mejor de mi música, espero que la disfruten”. Hits como Tal vez, A medio vivir, Fuego de noche, nieve de día, Vuelve y Tu recuerdo parecen desenvolver en el público esas ganas inevitables de corear cada estrofa. ¿Una más?, pregunta Ricky y si alguien se atreve a decir que no, evidentemente se equivocó de recital.
El momento más provocador y sexy se lo lleva cuando el cantante aparece con una pollera negra para cantar Dejate llevar y todos los presentes se entregan a este Ricky auténtico y seguro que él mismo lo demuestra cuando juega e interactúa con el público durante la parte más movida del show diciendo: “Qué me importa el qué dirán