La Unión | SOCIEDAD

Las olas y el viento y dos hijos adolescentes

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Por Susana Alfajoretti

Esto de los mensajes de audio de WhatsApp es un bolonqui, no lo entiendo, esto de apretar para grabar y después esperar que el otro grabe y lo mande, es mucho para mí. Te llamo del celu y listo, y si me quedo sin crédito, mala suerte.

¿Cómo que dónde estamos? Ya te conté como mil veces que nos veníamos a San Bernardo, como casi todos los años. No somos de variar mucho, ¿viste?

Ah, ya sabías. ¿Que dónde paramos? Hubieras empezado por ahí. Alquilamos un depto cerca del Centro, lindo, cómodo. Una habitación para nosotros, otra para la nena y el más grande se acomoda en el living, no tiene problema.

¿Cómo se portan los chicos? Ya empezamos con el cuestionario. El más grande ya hizo amigos, además se cruzó con chicos del barrio y del cole, éste tiene más amigos que Roberto Carlos.

Se va con ellos a la plaza, a jugar a la pelota y al vóley y después también se engancha con ellos para salir a la noche. Tendrá sus cosas, pero es sociable, enseguida arma su barra de amigos.

Ah, claro. Parece que no tiene familia, viene al depto a comer, éste siempre tiene hambre, a bañarse y a pedir plata, lógico. Aunque es medio gasolero este pibe, gasta lo justo, los hace de goma los billetes, no sé cómo hace.

¿Y la nena? Otra preguntita, dale. El otro se la pasa haciendo amigos, anda con cualquiera, la nena es más selectiva. Pero este año volvimos a tener suerte y encontró un grupito, pibes y pibas tanquilitos, se quedan a hablar en la playa largo y tendido, hablan de libros, de música y de cosas que a ellos les gustan.

Medio que hacen rancho aparte con los otros chicos de su edad, pero al menos encontró amigos, medio que son los unos para los otros. Incluso, se juntan a la noche, pero no para ir a bailar, son tranquilitos, siguen hablando y hablando de lo mismo.

Medio que el más grande quiere unir a los grupos de los dos, pero puede ser una bomba de tiempo, unos muy jodones, otros muy tranquilos.

Mi marido me dice que los deje tranquilos, que hacen cosas de su edad y que está bien que cada uno tenga su personalidad y que ellos se quieren igual, a pesar de ser distintos.  Después te llamo, si me queda crédito, y te cuento cómo fue ese encuentro tan raro que se viene.

 

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