Conoció a Miguel Ángel Russo en Café París y lo recuerda con emoción
HUMILDAD Y CALIDEZ. Pablo Iramain fue mozo durante muchos años y compartió con Miguelo el festejo de la Copa Libertadores de Boca: "Compartimos una gran noche".
El fallecimiento de Miguel Ángel Russo sacudió al mundo del fútbol. Su partida provocó innumerables muestras de cariño por parte de los futboleros, sin importar los colores de la camiseta. En Lomas, su recuerdo sigue latente en la memoria de Pablo Iramain, un mozo que trabajó en Café París, punto de encuentro de generaciones lomenses y, sin dudas, la segunda casa de "Miguelo".
Pablo trabajó como mozo de Café París desde 2002 hasta 2018 y, en la actualidad, guarda un recuerdo imborrable del técnico que fue campeón de la Copa Libertadores con Boca en 2007, que supo festejar el título en el bar ubicado en la esquina de España y Gorriti. "Era una gran persona y muy querido por todos. Cuando me enteré de su fallecimiento me cayó muy mal, me estoy recuperando todavía. Lo sentí muchísimo", contó Pablo, con profunda emoción.
Pero la relación entre ambos nació mucho antes. "A Miguel lo conocí a fines de los '80, cuando yo trabajaba en una lechería en la calle España, entre Loria y Gorriti. Él vivía por la zona, cerca de la Municipalidad", rememoró, y rápidamente agregó: "Compartimos incluso algún picado en las canchas del colegio Inmaculada Concepción, donde hoy está Carrefour de Oliden".
Miguel venía seguido al mediodía. Dejaba el auto sobre España y ya sabíamos que llegaba: le preparábamos su café y su sándwich de lomito. A veces se tomaba un whisky con un par de aceitunas.
Los caminos de ambos se cruzaron nuevamente en 2002, cuando Pablo comenzó a trabajar en Café París. "Ahí nos volvimos a encontrar. Miguel venía seguido al mediodía. Dejaba el auto sobre España y ya sabíamos que llegaba: le preparábamos su café y su sándwich de lomito. A veces se tomaba un whisky con un par de aceitunas".
Miguel venía seguido al mediodía. Dejaba el auto sobre España y ya sabíamos que llegaba: le preparábamos su café y su sándwich de lomito. A veces se tomaba un whisky con un par de aceitunas
Por esos años, el café era un verdadero punto de encuentro para amigos, músicos y vecinos. Los viernes se hacían cenas con shows en vivo y Miguel solía ir para distraerse, "siempre con amigos". Inmediatamente, Iramain admitió que uno de los recuerdos más especiales que atesora como mozo es la noche del festejo tras la Copa Libertadores 2007: "La fiesta la hicimos en Café París, con parte del grupo de trabajo de Russo. Compartimos una gran noche, fue un momento de mucha alegría".
Pero, además, Pablo guarda en su memoria un gesto que demuestra la humildad y generosidad de quien era el entrenador del Xeneize: "La primera camiseta que firmó como técnico de Boca me la regaló a mí. De tantas que tuve ya no me quedó ninguna porque las fui obsequiando a familiares".
La primera camiseta que firmó como técnico de Boca me la regaló a mí.
Pese a que ya no trabaja en Café París, Pablo sigue ligado al mundo de la gastronomía. Y es que hace ya 13 años es dueño de "Panes y Café", una cafetería ubicada en Gorriti 76, donde mantiene viva la esencia de la atención personalizada.
El legado de Miguel Ángel Russo trascendió el fútbol. Su paso por Lomas, donde compartió momentos sencillos pero significativos, dejó una huella imborrable: más allá de los logros deportivos, su calidez humana quedará para siempre en la memoria de quienes tuvieron el placer de conocerlo. "Mi respeto a su familia, un abrazo grande a todos ellos", concluyó Pablo.