La Unión | De puño y letra

Cuando en Temperley había una pequeña Francia 

historia local. La colectividad francesa marcó a fuego los inicios de Lomas de Zamora. Muchos de los inmigrantes eran trabajadores que habían llegado con don Juan Pereuilh. 

¡Hola de nuevo, queridos amigos de La Unión! Hoy les pido que me acompañen a repasar la historia de la colectividad francesa, un grupo inmigrante que marcó a fuego los inicios de nuestro partido como tal, en especial a la localidad de Temperley.  

La presencia de franceses en nuestra región se debe, en gran parte, a los trabajadores de distintos oficios que habían llegado a Buenos Aires con don Juan Pereuilh. Nacido en Navarré du Pau, en los Bajos Pirineos, Pereuilh ingresó en 1868 al Ferrocarril del Sud como peón y en poco tiempo ascendió a capataz. Desde 1871 hasta 1877 fue jefe de estación honorario de Temperley. En 1876 el director general de Correos, Eduardo Olivera, lo nombró encargado de la estafeta de la Estación de Temperley.

Volvió a Francia para casarse y al poco tiempo regresó a la Argentina, esta vez de manera definitiva. Pero no lo hizo solo: trajo consigo a muchos compatriotas que eran operarios especializados en la construcción. 

La llegada de aquellos inmigrantes y otros ingenieros ayudó a construir el ejido urbano de Temperley, que por aquellos años estaba integrado en buena parte las por quintas de veraneo de quienes vivían en la ciudad de Buenos Aires. 

En 1884, Pereuilh edificó en Avellaneda y Meeks un hotel y al año siguiente incorporó la venta de materiales para la construcción, utilizando un galón al que luego le anexó un aserradero. Utilizaba también como deposito la playa de cargas del ferrocarril, hoy la Plaza Espora. Sus galpones fueron utilizados en 1893 por los revolucionarios dirigidos por Marcelo Torcuato de Alvear y Martín Yrigoyen. Tuvo dos hijos, Andrés y Esteban.  

Los inmigrantes franceses fueron edificando sus casas en la zona comprendida entre la avenida Almirante Brown y Colón, desde Juncal hasta Pasco. En esa pequeña Francia estaba la reconocida panadería "La Marsellesa". Los franceses de Temperley se reunían en el almacén de madera que estaba en la calle Ituzaingó, frente al club Lawn Tennis. Se quedaban comiendo, bebiendo y cantando canciones de su tierra natal. 

Es significativo cómo la colectividad francesa estuvo ligada a la construcción y a través de sus hombres han dejado su marca en Temperley. Como fue el caso del arquitecto Juan Moliné, quien construyó a principios del siglo pasado la magnífica quinta Santa Gertrudis, en la calle Esmeralda 885, de estilo art nouveau, rodeada de un parque encantado. Hasta hace poco funcionaba en el lugar la residencia geriátrica "Las Camelias", hoy en reforma. 

En fin, amigos, creo que conocer la historia y las raíces de nuestra comunidad es clave para entender nuestra identidad, valores y luchas. Mirar al pasado nos da las herramientas necesarias para construir un presente más justo y un futuro más sólido. ¡Hasta la semana que viene!

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