Sandro, un ídolo inalterable, a 79 años de su nacimiento

Rescate emotivo. El Gitano fue uno de los grandes ídolos argentinos del Siglo XX, que supo pasar exitosamente del rock & roll a las baladas y el cine. 

Sandro ídolo de América

Sandro, ídolo de América.

Su aceptación fue prácticamente unánime. Esa combinación de talento artístico, carisma en escena y la posterior cuota de misterio en la que recubrió su intimidad convirtieron a Sandro en una figura muy complicada de igualar. 

Esta mixtura de virtudes y características lo elevaron a ese inalcanzable pedestal, del que nunca se barajó la posibilidad de destronarlo. 

Su nacimiento se produjo en la Maternidad Sardá, en pleno barrio de Parque Patricios el 19 de agosto de 1945, hace 79 años. 

De ahí a Valentín Alsina, el arrabal de su infancia y adolescencia. En esa casa de la calle Tuyutí comenzó a despuntar su talento bajo el mecenazgo de su madre y el rigor de un padre de origen gitano, del que heredó el apodo del nunca se despegaría. 

SÓLO QUIERO ROCK & ROLL

El debut sobre tablas fue más bien accidental. En un acto escolar el niño Roberto debía hacer una fonomímica sobre un disco de Elvis Presley. Pero ocurrió algo fatal, una falla técnica impidió que continúe la reproducción del vinilo y completó con su propia voz lo que restaba de la pieza. Prueba superada. 

 "Yo me nutrí del rock. Gracias al rock dejé las calles, las navajas y las cadenas, y agarré una guitarra. Dejé las camperas de cuero y las pandillas. El rock me salvó", de está forma describía aquellos iniciáticos en los que haría las veces del Elvis criollo. 

Junto a Los de Fuego grabaría por primera vez un disco, además de peregrinar por clubes y discotecas durante los fines de semana y recalar en la televisión, donde haría enfurecer a los puritanos con sus desenfrenados pasos de baile. 

A VESTIRSE DE ETIQUETA

Probablemente haya visto en el rock un techo demasiado bajo para sus aspiraciones artísticas. El viraje de género lo llevó a la música melódica y a ritmos fácilmente exportables al mercado latinoamericano. 

El cambio estético también fue significativo, del riguroso cuero pasó a vestirse de frac que lo adaptaba a los nuevos escenarios, aunque la calidad musical no desentonó en absoluto y se resignificó a través de nuevas armonías.

En sintonía con los ídolos de la canción anglosajona encontró en el cine el complemente ideal para los lanzamientos discográficos. Con esta faceta actoral colmó las salas en sus interpretaciones muy diversas, como automovilista, miembro de una clan gitano y hasta haciendo el papel de sí mismo. 

La platea femenina deliraba en sus conciertos y sus productores le impedía aparecer en con una novia ante el público para no destruir del todo las ilusiones de sus fans. 

De todos modos la idolatría no se detenía en cuestiones de género, era admirado igualmente por la pareja de la mujer que acaba de lanzarle su prenda íntima. En este sentido, entre otros, se emparenta con el galés Tom Jones.  

LA ERA DE LA MADUREZ

Afincado definitivamente en su casona de Banfield, reconvertida después en propio su estudio de grabación, sus apariciones en sociedad fueron disminuyendo. Ese ostracismo voluntario acrecentó el mito intra muros, que se rompía mágicamente en sus actuaciones. Sin necesitar demasiada difusión, rompió varios records de taquilla en teatros céntricos. 

Este Sandro maduro utilizaba el oficio y sabiduría aportada por años para disimular alguna carencia vocal, sumada a que estos espectáculos estuvieron montados a la altura de las circunstancias y con la presencia de figuras invitadas. En estas funciones se comprobaba que el amor con su afición estaba intacto. 

En los últimos años de su carrera su figura fue tomada por las nuevas generaciones como ícono "retro", tan en boga en estos días. Además los rockeros nacionales lo homenajearon con un disco tributo a sus canciones, demostrando que nunca se desprendió del todo de su primer género musical.

La relación entre el ídolo y sus fans es inquebrantable. En todos sus cumpleaños "las nenas" se hacían presentes en su casa y el homenajeado les retribuía la gentileza rompiendo su habitual hermetismo con el afuera. El ritual continúo a pesar de la desgastada salud del Gitano.

SANDRO EN NÚMEROS

Edito 52 discos y sus ventas superaron varios millones. Esos vinilos se transformaron en hoy en verdaderas reliquias para los coleccionistas. Participó en 16 películas, que continúan emitiendo por la señal Volver y hasta tuvo su propio ciclo televisivo "Querido Sandro".

También se encuentra a la vanguardia de los músicos latinoamericanos, al ser el primero de este origen en tocar en el Madison Square Garden, por esa actuación se lo llamó "Sandro de América".

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