Son descendientes de Avellaneda, el hombre que bautizó a Santa Catalina
VIVEN EN LLAVALLOL. Una familia lomense descubrió, luego de una gran investigación, que Gaspar de Avellaneda es uno de sus antepasados. El relato de una emocionante historia.
En Llavallol existe una familia que, a través de arduas investigaciones, logró dar con el paradero de sus antepasados y descubrieron que su linaje proviene de Gaspar de Avellaneda, un capitán que llegó a Buenos Aires desde España y que, tras comprar unos terrenos en Lomas, fue quien le puso el nombre a Santa Catalina, en honor a dicha santa que era de su devoción. El diario La Unión charló con algunos integrantes de la familia, quienes dieron detalles de semejante hallazgo.
Héctor Avellaneda es el mayor de la línea sucesora y su hijo, Diego Avellaneda, fue quien tomó la voz para repasar la historia de su familia a la cual "le gusta mucho los relatos de los antepasados y, por suerte, siempre tuvimos antecesores con una gran memoria para poder armar el árbol genealógico".
"Vicente Avellaneda era padre de mi tatarabuela paterna, doña Petrona Avellaneda, nacida en San Vicente. Mi abuelo Tito, el papá de mi padre, fue quien inició investigaciones en la Iglesia de San Vicente acerca de nuestros antepasados. Él tuvo dos matrimonios, con Esther Piñero que es la madre de mi papá, y con Irma Russo, madre de mis dos tías: fue ella quien nos pudo trasmitir la historia ya que pudo convivir con mi tatarabuela", empezó a contar Diego sobre los primeros pasos de la familia para reconstruir el árbol genealógico que inicia allá por el siglo XVII con el nacimiento de Gaspar de Avellaneda.
Vicente Avellaneda era padre de mi tatarabuela paterna, doña Petrona Avellaneda, nacida en San Vicente. Mi abuelo Tito, el papá de mi padre, fue quien inició investigaciones en la Iglesia de San Vicente acerca de nuestros antepasados. Él tuvo dos matrimonios, con Esther Piñero que es la madre de mi papá, y con Irma Russo, madre de mis dos tías: fue ella quien nos pudo trasmitir la historia ya que pudo convivir con mi tatarabuela.
"En pandemia, en un encuentro familiar, retomamos conversaciones sobre nuestros inicios y descubrí, por un pariente de mi madre, que los mormones contaban con una página para cargar datos y reconstruir historias familiares. Cuando pusimos el nombre de Petrona, la página hizo el milagro y nos brindó su acta de bautismo en la Iglesia de San Vicente", contó Diego.
Según la información recopilada por la familia lomense, Gaspar de Avellaneda nació en 1654 y ese mismo año fue bautizado en la Iglesia San Bartolomé de Sopuerta (España). En 1674 fue que Gaspar de Avellaneda llegó a Buenos Aires en calidad de soldado y, luego de varios años, se retiró del servicio con el grado de capitán.
Por su parte, Juan de Garay, quien fue quien llevó a cabo la segunda fundación de Buenos Aires en 1580, estaba dispuesto a realizar lo que Pedro de Mendoza (primer fundador de la provincia) no hizo: conquistar y colonizar a los pueblos originarios. A medida que se fueron expandiendo, las tropas se toparon con la laguna de Santa Catalina, quedando estancadas y masacradas por los lugareños.
"La venganza, que originó la mayoría de las muertes de las tribus originarias, llegó en la batalla del Río Matanza. Cuando se pacificó el lugar, al cacique lo deportan a Brasil junto a su familia y Juan de Garay llamó a poblar la región", explicó Diego.
"Gaspar se casó en segundas nupcias con Inés Aguirre, quien dio origen a mi familia, y en 1721 compró unas tierras que pertenecían anteriormente al reducto de la estancia El Cabezuelo, lo que hoy es Lomas: a la muerte de su poseedor, las nietas les venden los terrenos a los jesuitas y la orden luego es expulsada del país, por lo que los terrenos se pusieron nuevamente a la venta para ser adquiridos por Don Pedro de Espinosa Arguello y el propio Gaspar", detalló el lomense, que rápidamente acotó: "Gaspar adquirió el área de lo que hoy sería Llavallol y funda dentro de esos terrenos la estancia Santa Catalina, por honor y devoción a Santa Catalina de Siena".
Gaspar adquirió el área de lo que hoy sería Llavallol y funda dentro de esos terrenos la estancia Santa Catalina, por honor y devoción a Santa Catalina de Siena.
"Yo amo donde nací, siempre viví acá y nunca me fui. Encuentro una conexión con este lugar y me pone feliz saber mi historia, la cual se conecta con los Avellaneda", especificó Diego.
Para finalizar, Sofía Avellaneda (de 16 años), es hija de Diego y se mostró muy interesada sobre la genealogía y sus antepasados. "De esta familia destaco la cantidad de anécdotas que tiene y hasta le insistí a papá que me cuente la historia para poder anotar todo y tener una especie de libro", señaló, e inmediatamente agregó: "Me parece muy lindo este reconocimiento a la familia, ya que fueron muchas horas de investigación para descubrir de dónde venimos".