Falleció una docente muy querida de Lomas, que dedicó su vida a la educación
HOMENAJE. Graciela Siciliano falleció el domingo, pero dejó una huella imborrable como docente y directiva. "Ella amaba Lomas", contó su familia.
Una vida dedicada a la educación. La lomense Graciela Ernestina Siciliano falleció el domingo a sus 98 años, tras vivir casi nueve décadas en Lomas: fue su hija Marcela Rovitti quien dialogó con el Diario La Unión y contó el amor que sentía su madre cuando ejercía la docencia, y también como directora en una escuela rural de zona Sur.
Graciela nació en Lomas y vivió prácticamente toda su vida en el distrito: pasó casi nueve décadas en su casa ubicada en Loria y Meeks, hasta que a los 88 años se mudó a Luján para vivir con su hija y sus nietos.
Lo cierto es que desde muy joven dedicó sus días a la educación con mucha vocación de servicio: fue una docente con "gran carisma y paciencia" que trabajó en la Escuela Nº1 de Lomas, en la Escuela Nº8 de Luis Guillón y culminó su vida laboral como directora en una escuela rural de Esteban Echeverría.
Fue una docente con "gran carisma y paciencia" que trabajó en la Escuela Nº1 de Lomas, en la Escuela Nº8 de Luis Guillón y culminó su vida laboral como directora en una escuela rural de Esteban Echeverría.
"Mi mamá iba a la escuela rural en su cochecito. Los días de lluvia se le enterraba y llegaba al colegio embarrada, pero le resultaba muy gratificante ser la directora de esa institución porque recibía el amor de los alumnos", explicó Marcela.
Mi mamá iba a la escuela rural en su cochecito. Los días de lluvia se le enterraba y llegaba al colegio embarrada, pero le resultaba muy gratificante ser la directora de esa institución porque recibía el amor de los alumnos.
Según contó la propia Marcela, Graciela se caracterizaba por ser exigente en su labor, el cual tomaba con total seriedad y compromiso, pero también contaba con una envidiable paciencia: "Le encantaba trabajar con los alumnos. En su etapa de maestra, le gustaba estar a cargo de los grados más chicos, segundo en particular".
A los 50 años, Siciliano se jubiló, pero sus años posteriores siempre estuvieron ligados a la solidaridad ayudando a los vecinos y a las personas en situación de calle.
"De mayor se vino a vivir a Luján para que pueda estar acompañada, pero la realidad es que ella no quería dejar Lomas porque amaba su lugar", admitió Marcela, que tiene dos hijos y que convive con su marido y el hijo de su pareja, a quien Graciela también consideraba como "un nieto propio".
La vida de Graciela se apagó este domingo, cuando familiares y amigos la despidieron de manera muy sentida, pero la semilla que plantó en las nuevas generaciones seguirá floreciendo para siempre.