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Los cambios de mando, desde el regreso de la democracia

hitos históricos. Desde 1983, pasaron ocho presidentes que dejaron recuerdos, acciones y frases marcadas en las diversas asunciones marcadas por el contexto político y social.

Tras las elecciones de 1983, Ricardo Alfonsín se convirtió en el presidente de la Nación y de esta manera le puso fin a la Dictadura Militar. La entrega del poder el 10 de diciembre de 1983 por parte del general Reynaldo Bignone, cuarto presidente de facto, marcó la vuelta de la tan importante democracia que se mantendría hasta estos días.

La gestión del dirigente de la Unión Cívica Radical se basó fundamentalmente en el Juicio a las Juntas para los integrantes de las primeras tres juntas Militares de la dictadura.

Con un proceso hiperinflacionario difícil de controlar, Raúl Alfonsín le entregó el mando a Carlos Menem un 8 de julio de 1989, es decir, un tiempo antes de que se cumpla su mandato, siendo la primera transición entre dos presidentes de diferentes partidos desde 1916. “Síganme, no los voy a defraudar”, en uno de sus actos de campaña, y “Declaro a la corrupción como delito de traición a la Patria” el día de su asunción fueron algunas de las frases que más marcaron el paso del riojano por el Sillón de Rivadavia durante 10 años, ya que la Reforma Constitucional de 1994 le permitió la reelección y se acortaron los plazos de gobernabilidad de seis a cuatro años.

De la Rúa sucedió a Carlos Menem en 1999 como parte de La Alianza. "Hoy asumo la Presidencia de la Nación sin que se haya aprobado el Presupuesto para el año 2000. El gobierno que hoy concluye su gestión vivió el efecto de años de crecimiento global; reformó el Estado privatizando empresas públicas, tuvo estabilidad monetaria mediante la convertibilidad, y en rigor debió entregar el país con cuentas ordenadas. En cambio, hay un

enorme déficit presupuestario alejado de la responsabilidad fiscal votada

por este Congreso", dijo en su discurso de asunción. Pero rápidamente demostró su incapacidad para sacar adelante el país.

La crisis económica con el famoso Corralito en 2001, que llevó posteriormente al estallido social llevó al país a tener un desfile de presidentes: la asunción al poder por tan sólo una semana de Adolfo Rodríguez Saá en diciembre de ese año con el default y la promesa de Eduardo Duhalde en enero de 2002 con su célebre “El que depositó dólares, recibirá dólares” marcaron una de las épocas más oscuras y sin rumbo de Argentina.

Con la llegada de Néstor Kirchner y la asunción al poder el 25 de mayo de 2003, nuevas esperanzas llenaban la vida de los argentinos, con un constante anhelo de ver despegar al país. “Vengo a proponerles un sueño: reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como nación”, hacía referencia Néstor sobre el futuro, el día que se colocó la banda presidencial y recibió el bastón de mando. Frase no menor, ya que más de la mitad de su discurso (47 veces interrumpido por aplausos) estuvo orientado a los años venideros.

Ocho años de su esposa, Cristina Fernández, sucedieron a su mandato, entre el 10 de diciembre de 2007 y el 9 de diciembre de 2015. En sus primeros dichos como presidente,  se refirió al presente del país y a los argentinos como eje principal de su conferencia, con una duración de 45 minutos y 4.429 palabras empleadas. Los beneficios a la clase social más baja y la ayuda a los más necesitados fueron las principales medidas de su mandato.

Con baile incluido tras la sorpresiva victoria, Mauricio Macri se hizo cargo del país el 10 de diciembre de 2015 y un nuevo partido llamado Cambiemos llegaba al poder. “Si los argentinos nos animamos a unirnos, seremos imparables”, fue una de las frases más relevantes de su discurso, un tanto escueto.

Otro traspaso de mando que ya llega, con diferentes colores políticos. El turno de Alberto Fernández, con un nuevo mandato de cuatro años para el dirigente del Frente de To