Un recuerdo mágico y la ilusión de que vuelva a nevar en Lomas
DE BLANCO. Desde que Lomas se consolidó como centro urbano, la nieve solo se dejó ver en dos ocasiones: el 22 de junio de 1918 y, 89 años más tarde.
Durante las últimas dos semanas, una ola polar nos sacudió con fuerza y reavivó una ilusión que muchos todavía guardan en la memoria: la posibilidad de volver a ver nevar en Lomas de Zamora. Durante varios días, los pronósticos deslizaron que, si se daban ciertas condiciones, podía caer nieve en algunas zonas del AMBA. Pero lo cierto es que, más allá del frío intenso y algunas heladas en zonas descampadas, todo quedó en una falsa alarma.
Esa expectativa no hizo más que traernos a la cabeza un recuerdo imborrable: el 9 de julio de 2007, cuando nuestro municipio y otras ciudades del Gran Buenos Aires vivieron una jornada inusual, casi mágica, con copos de nieve cayendo sobre sus calles. No fue la primera vez, pero sí una de las pocas.
Desde que Lomas se consolidó como centro urbano, la nieve solo se dejó ver en dos ocasiones: el 22 de junio de 1918 y, 89 años más tarde, aquel día patrio que quedó grabado en la retina de todos los vecinos.
Esa última nevada fue excepcional por múltiples razones. Primero, porque se dio en un contexto climático poco frecuente: Buenos Aires, por su ubicación geográfica, no suele registrar nevadas. Se necesitan una serie de factores muy específicos para que ocurra.
Y eso fue justamente lo que pasó en 2007. Desde el viernes 6 de julio, una masa de aire frío polar comenzó a avanzar desde el sur y afectó a gran parte del país. El lunes 9, coincidiendo con el feriado por el Día de la Independencia, se produjo una conjunción de aire muy frío en distintos niveles de la atmósfera, lo que derivó primero en aguanieve y, más tarde, en una verdadera nevada.
A diferencia de lo ocurrido en 1918, esta vez los pronósticos fueron más certeros y anticiparon la posibilidad de nieve en Buenos Aires. Aquel día, la sensación térmica llegó a marcar -1,4º, aunque el frío poco importó frente al espectáculo que ofrecía el cielo.
En Lomas, los primeros rastros del fenómeno se percibieron cerca del mediodía. La gente, favorecida por el feriado, salió a la calle a disfrutar del insólito paisaje. Las cámaras digitales y los teléfonos celulares comenzaron a registrar postales que hasta entonces solo creíamos posibles en ciudades del sur del país. La sorpresa dio paso al festejo, y la tecnología ayudó a inmortalizar una Lomas blanca que parecía sacada de una postal patagónica.
Quién sabe cuánto más pasará hasta que la naturaleza vuelva a regalarnos un día como aquel. Mientras tanto, cada ola polar que se avecina renueva la esperanza y nos recuerda que, a veces, el invierno también puede traer un poco de magia.