El increíble crimen de Alfredo Beranger que marcó al Club Temperley

A 100 AÑOS. Llegó al "celeste" en 1917, cuando el club todavía se llamaba Centenario. Uno de sus sueños era que el club tenga un estadio propio y eso le costó la vida. 

El estadio sigue llevando su nombre

El estadio sigue llevando su nombre.

¡Hola de nuevo, amigos de La Unión! Otra vez los invito a acompañarme a viajar el tiempo para conocer una historia tan increíble como apasionante sobre nuestro querido municipio. Hace unas horas se cumplieron 100 años de un hecho que marcó a fuego el destino de una de las instituciones deportivas más importantes de la zona: el Club Temperley.

Aquella noche otoñal de fines de marzo de 1923, Alfredo Beranger, el por entonces joven presidente del club, un promisorio dirigente del fútbol argentino, fue asesinado a sangre fría en la puerta de su casa. Pero antes de conocer las razones detrás del crimen merece la pena mencionar algunos datos. 

Según recoge el periodista Martín Voogd del diario Clarín, Alfredo Martín Beranger nació en La Plata el 29 de noviembre de 1891. Fue el mayor de nueve hijos de un matrimonio de descendientes de vascofranceses que se afincaron en Temperley en 1902, cuando la zona recién empezaba a poblarse. El protagonista de esta historia, empleado, se destacó de muy joven entre los vecinos al meterse en política y convertirse en presidente del subcomité de la UCR de Temperley.

Llegó al "celeste" en 1917, cuando el club todavía se llamaba Centenario. Lo aceptaron como socio y al poco tiempo entró a la comisión directiva. Gracias a su capacidad de oratoria y su poder de gestión, lo eligieron presidente dos años más tarde. Tuvo mucha influencia en la AFA. 

Beranger se puso tres grandes objetivos al mando del club de sus amores: el primero, cambiarle el nombre, de Centenario a Temperley. Luego, lograr que el equipo de fútbol llegara a primera división, un hito alcanzado en 1923. Y el tercero, construir un estadio propio. Eso también pudo conseguirlo, gracias a la cesión de unos terrenos linderos a las vías del tren que pertenecían al Ferrocarril del Sud, en la esquina de las actuales 9 de Julio y Dorrego.

Increíblemente, ese último sueño le terminó costando la vida. Resulta que en parte de esas tierras un tal Joaquín Pujante había levantado una casilla en la que vivía con su esposa. Tras ser desalojado por las autoridades para la construcción de la cancha, Pujante se enfureció. Responsabilizaba, claro, al joven presidente. Y finalmente, tras meses de amenazas, la noche del 29 de marzo de 1923, Pujante se apareció en la casa de Beranger y golpeó la puerta. Cuando apareció el dirigente, Pujante gatilló tres veces. Los disparos fueron mortales: Beranger, que tenía 31 años, murió en los brazos de su esposa embarazada. El asesino, en tanto, fue detenido a las pocas cuadras. 

A 100 años del crimen, el legado de Alfredo Beranger sigue vivo: el estadio del Gasolero, por supuesto, lleva su nombre. Hubo varios homenajes en la cancha. Y hace unos días el Concejo Deliberante de Lomas decidió nombrar Alfredo Martín Beranger a la plaza ubicada entre las calles Profesor Mariño, San Pedro, Pichincha y Soler, a pocas cuadras del club. Un homenaje más que merecido para un dirigente que los hinchas celestes nunca olvidarán. ¡Hasta la semana que viene!