Maestro de escuela y de la Fórmula 1
Y SIGUE COMO DOCENTE. Pedro Caputo mezcla sus dos pasiones: trabaja en su taller con exalumnos del Industrial de Temperley, donde arman coches para competir a nivel provincial.
El lomense Pedro Caputo es un maestro todoterreno que tiene dos pasiones, la docencia y los autos de carrera, las cuales combina a la perfección: da clases en el Industrial de Temperley y tiene un taller donde arma autos de competición para la Fórmula 1 Argentina con varios de sus exalumnos, a quienes les enseña todos los secretos del mundo de las carreras. En este Día del Maestro, Pedro contó cómo es su trabajo a diario en el equipo VC Carrera (en honor a su padre Vicente Caputo), su relación con los adolescentes en el ámbito laboral y el entusiasmo de salir a las pistas en cada carrera.
La pasión de Pedro por la Fórmula 1 Argentina comenzó "hace tiempo atrás", cuando todavía era alumno del Industrial de Temperley: "Fabricamos nuestro propio auto y, al tiempo, empecé a trabajar en Fórmula 1 Mecánica Argentina".
La Fórmula 1 Argentina es una de las tantas categorías que existen en el país y es la de mayor potencia en los autos. Los coches participantes utilizan motores de cuatro cilindros de hasta 3 mil centímetros cúbicos para las carreras. La categoría cuenta con un promedio de 14 autos y actualmente, en los autódromos, los participantes deben cumplir con todos los protocolos de salud que se requieren por la pandemia.
En el equipo trabajo con seis chicos que se egresaron de la institución, ellos vienen al taller con muchas ganas de aprender y progresar. El trabajo entre todos es muy arduo.
Una vez egresado, Caputo decidió abrir su propio taller y armar autos de competición: "Mi taller se encuentra en Lomas porque en su momento, cuando la categoría dejó de ser nacional y pasó a ser provincial, muchos pilotos eran de la localidad", contó, y recordó a dos docentes que fueron fundamentales para que él elija este camino para su vida: "El profesor Fresero, de motores, me marcó, pero el que me llevó al automovilismo fue el profesor Daniel Giuso".
"Siempre le cuento a los chicos que yo arranqué a trabajar con herramientas cuando arreglaba skates o bicicletas, a los 15 años. Esos fueron mis inicios y ahí decidí qué era lo que quería, por eso me cambié de colegio y fui al Industrial, lo que me dio los conocimientos para abrir el taller", reveló el vecino de 42 años.
Pero Caputo no se olvida de su rol de docente, ya que sigue como maestro en el Industrial de Temperley, sin dudas otra de sus pasiones. "En el equipo trabajo con seis chicos que se egresaron de la institución, ellos vienen al taller con muchas ganas de aprender y progresar. El trabajo entre todos es muy arduo", dijo Pedro sobre la gran relación que aún mantiene con exalumnos.
El mes pasado ganamos una carrera en el Autódromo de Buenos Aires gracias a una buena decisión de todo el equipo respecto al clima: el auto del piloto Alejandro Pracht salió a dar las vueltas con gomas de lluvia, cuando la mayoría no eligió ese camino.
Hoy en día, el taller de Pedro cuenta con seis monoplazas y también colabora para la puesta a punto en coches del exterior: "El 75% de los autos está fabricado y ensamblado de forma artesanal, otras piezas ya se compran de fábrica".
El lomense contó que, para este tipo de trabajo, no alcanza solamente con un gran trabajo en el taller, sino que la estrategia para poner el auto en pista también es vital: "El mes pasado ganamos una carrera en el Autódromo de Buenos Aires gracias a una buena decisión de todo el equipo respecto al clima: el auto del piloto Alejandro Pracht salió a dar las vueltas con neumáticos de lluvia, cuando la mayoría no eligió ese camino".
Siempre le cuento a los chicos que yo arranqué a trabajar con herramientas cuando arreglaba skates o bicicletas, a los 15 años. Esos fueron mis inicios y ahí decidí qué era lo que quería, por eso me cambié de colegio y fui al Industrial, lo que me dio los conocimientos para abrir el taller.
"Incursionar en este rubro fue muy complicado. Para tener un auto de carrera se necesitan muchas herramientas, pero por suerte pude cumplir mi sueño de llegar a trabajar de esto que tanto me gusta", dijo Pedro, emocionado y agradecido.
"Mi papá era muy fierrero y nunca pudo ponerse un taller, por eso lamento que no esté con nosotros. Me hubiese gustado que él pueda disfrutar de todo lo que ganamos", concluyó Caputo.