Plantas y animales típicos del barrio
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Por Sergio Lapegüe
Si a uno le preguntaran cuál es el animal más raro con el nos podríamos encontrar en Lomas de Zamora, la mayoría nombraría a un tipo de pájaro. Otros recordarían la vez que les apareció una rana en el parque de la casa. Y quizás estén los que se cruzaron con alguna lagartija. Hoy sería extraño encontrarse con una especie más exótica que ésa en nuestras calles asfaltadas.
Pero la respuesta a esa pregunta habría sido muy diferente algunos años atrás. Más que años, siglos. Es que, si alguien consiguiera una máquina del tiempo y volviera al 1600, podría ver, por ejemplo, un puma en (donde hoy se encuentra, claro) la puerta de su casa. Es que ese felino era parte de la fauna de nuestra zona en esa época.
Hacia fines del siglo XIX, cuando el distrito que habitamos se empezó a poblar, los animales típicos eran ñandúes, patos, garzas, gaviotines, perdices, peludos, cuises, tucotucos, gatos monteses, zorros e iguanas, entre otros animales. Algunos siglos antes, sin embargo, por nuestro suelo se movían también guanacos, pumas y hasta jaguares.
Lo mismo con la flora: era mucho más variada que la de hoy en día. Según los libros de la época, en los alrededores del Riachuelo se solían ver sauces colorados, sarandíes negros, ceibos, juncos y duraznillo blanco.
En las lomadas las especies eran más variadas, incluyendo enredaderas de mburucuyá y zarzamora, ñapindá, algunos cactus y bosques de talas y espinillos. Las plantas y arbustos característicos eran abelias, aljabas, alteas, azareros, ciruelos de adorno, coronas de novia, coronas de ángel, forolitos japonés, granados de jardín, jazmines, lantanas, laureles, lilas, magnolias lilas, membrilleros de adorno, nadinas y rosas chinas.
A partir de la fundación de nuestro partido y la posterior urbanización imparable, el arbolado de Lomas fue cambiando de forma abrupta.
El mismo fue realizado, como en muchas otras ciudades, por la municipalidad o por los propios vecinos, utilizando diversas especies, muchas de ellas foráneas, que se aclimataron exitosamente a nuestra tierra.
Actualmente, las que más se ven en nuestras plazas y veredas son plátanos, álamos, paraísos, fresnos y casuarinas.
Lo mismo, a una escala mucho menor, sucedió con los animales: ya no se encuentran pumas, jaguares ni guanacos en las calles del barrio. Ahora, en el mejor de los casos, uno se puede encontrar con el perro o el gato del vecino. Eso sí, hay que decir que son más amigables. ¡Por suerte!
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