“Yo, Sandro”, la intimidad del artista en un documental
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Bajo la lente del director Miguel Mato, las escenas del film recorren imágenes nunca vistas de este gran artista, pasando por su niñez, su adolescencia, y la relación con sus padres y sus viejos amigos.
Luego del furor de la miniserie biográfica “Sandro de América”, que se emitió por Telefé, llega a las salas argentinas “Yo, Sandro”, un documental que reconstruye parte de la vida de este genial artista y también muestra un costado íntimo y menos conocido de su figura.
Dirigida por Miguel Mato, a lo largo de 72 minutos, se reconstruye la historia del artista, tomando momentos de su niñez, recuerdos de su familia, sus padres, las primeras maestras, la adolescencia y sus amigos.
Se muestran en esta película episodios en la vida del cantante, una carrera que mezcló escenarios y cine, al mismo tiempo que construía una imagen cargada de sensualidad y misterio que atrapó al variado universo de sus seguidoras durante medio siglo.
Un pibe de barrio transformado en ídolo musical sólo comparable al mismísimo Elvis Presley, quien fue, a su vez, su ídolo. Guiada por la voz de Sandro, una cámara subjetiva que lo encarna a él mismo construye escenas de su vida pasada.
“Yo, Sandro” cuenta con archivos inéditos fotográficos y de audio.
También hay imágenes nunca vistas de video en súper 8 filmados por el propio Roberto Sánchez recorriendo momentos e intimidades y filmaciones de su paso por escenarios del mundo.
Hay imágenes nunca vistas de video en súper 8 filmados por el propio Roberto Sánchez con momentos e intimidades.
Muchas de estas fotografías y filmaciones hasta ahora nunca vistas fueron cedidas por Olga Garaventa, esposa del artista, que además le permitió al director Miguel Mato adentrarse en la casona de Banfield. Detrás de los muros de esa mansión, Sandro dejaba de ser una figura pública y se transformaba en Roberto.
Detrás de ese gran personaje prontamente conocido como Sandro de América, el primer artista latinoamericano en tocar en el mítico Madison Square Garden de Nueva York, estaba el hombre nacido en Valentín Alsina, un arrabal obrero, en 1945, anotado en el Registro Civil como Roberto Sánchez, después de la negativa de un empleado a inscribirlo con el nombre que la madre del futuro ídolo hubiese querido.
Al margen del material de archivo, hay fragmentos ficcionados, con reconstrucciones de lugares y atuendos de la época. En estas escenas aparecen Carlos Portaluppi, Daniel Valenzuela, Celeste Gerez y Patricia Rojo.
Miguel Mato, el director de “Yo, Sandro”, es documentalista, autor de “Gambartes, los verdes esenciales”, “Haroldo Conti, homo aviator” y “Hambre nunca pasé”, entre otros trabajos.
Una idolatría imperecedera
Sandro fue un pionero del rock argentino en los años ’60 cuando estaba al frente de Los de Fuego. Luego se transformó en un baladista y su música llegó a todo el mundo de habla hispana, aunque nunca abandonó su costado rockero.
Sus películas, realizadas para promocionar sus discos, supieron ser un furor en las taquillas y desde entonces no dejan de repetirse en los canales de cable y de aire.
A pesar de su estrellato, Sandro hizo un culto de su bajo perfil y cuidó su intimidad celosamente, convirtiendo su vida privada en un misterio, que se fue develando a cuentagotas. Ídolo desde su adolescencia, su vigencia se mantiene intacta ya sin su presencia, y su lugar en el bronce es impereced