Nuestra salud, nuestro orgullo
DE PUÑO Y LETRA. ¿Se imaginan si el Coronavirus hubiera aparecido décadas atrás, en los comienzos de Lomas como ciudad? En 1887, había un solo médico para todo el partido.
Hola, amigos de La Unión. Sigo luchando contra el Covid. Les escribo otra vez desde la habitación del Sanatorio Juncal de Temperley. Los síntomas van y vienen. Por momentos son fuertes y no tengo fuerzas para nada, pero dedicarle unas palabras al diario de mi barrio -como lo hago desde hace tantos años- me sirve para despejar la cabeza un rato.
Siempre lo digo y hoy reafirmo más que nunca que la salud es lo más importante que tenemos. Nuestro mayor desafío como sociedad es en este momento cuidar a los vulnerables y alcanzar lo antes posible la inmunización con la vacuna. Ya falta menos para ganar la batalla.
La semana pasada ya les conté bastante sobre cómo estoy pasando la enfermedad. Los que me lean seguido sabrán que no suelo dedicarle este espacio a cosas personales, sino a historias y personajes de Lomas. Hoy quiero volver a la rutina y hablarles de los dos pilares sobre los cuales nos sostenemos en esta crisis: los hospitales y el personal de salud.
No dejo de sorprenderme por cómo trabajan los médicos, los enfermeros, el personal de limpieza y de servicio del sanatorio Juncal. Desde hace casi un año que se arriesgan cada minuto para que los pacientes como yo podamos superar cuanto antes y de la mejor manera esta enfermedad. Nunca voy a dejar de agradecerles.
No dejo de sorprenderme por cómo trabajan los médicos, los enfermeros, el personal de limpieza y de servicio del sanatorio Juncal. Desde hace casi un año que se arriesgan cada minuto para que los pacientes como yo podamos superar cuanto antes y de la mejor manera esta enfermedad.
Gracias al trabajo que se hizo en los primeros meses de pandemia, los centros de salud no están colapsados y todos los lomenses pueden acceder a una cama. Ahora, la historia: ¿Se imaginan si el Coronavirus hubiera aparecido décadas atrás, en los comienzos de Lomas como ciudad? Cuando se designó en 1887 a Carlos Villar como médico municipal había un solo médico para todo el partido.
En esa época, el distrito no tenía centros asistenciales y los vecinos enfermos debían ir a ver directamente a los doctores. Ante esta situación, la colectividad británica decidió fundar en 1887 la Victoria Convalescent Home, en Llavallol, dependiendo del Hospital Británico. En aquellos días, Temperley recién empezaba a asomar como pueblo y la mayoría de sus viviendas eran quintas de veraneo de familias acomodadas de Capital Federal.
El Gandulfo de Lomas fue inaugurado en 1906 y la ambulancia del cuerpo de Bomberos Voluntarios de Lomas fue comprada en 1911. Un poco antes, el 26 se septiembre de 1908, era construido el Asilo de Alienadas, luego el Hospital Estévez, en Garibaldi al 1400. El doctor Estévez, junto con los doctores Cabred y Borda, se habían especializado en atender y tratar a los enfermos psiquiátricos, que hasta entonces eran confinados en hospitales. De allí en adelante, el desarrollo de la salud en nuestro distrito fue imparable, hasta tener hoy en día decenas de clínicas, sanatorios, hospitales y centros de pronta atención en todos los rincones de Lomas. Son un orgullo. Hasta la semana que viene.