La curiosa historia del chalet de un banfileño con vista al Obelisco

misterio. El dueño de la Mueblería Díaz lo construyó en 1927. Viajaba todos los días desde Lomas y quería un lugar donde descansar y almorzar en sus jornadas laborales.

Hay algo extraño sobre el techo de un edificio, en pleno corazón de la Ciudad de Buenos Aires: un chalet. ¿Qué hace ahí? La pregunta que durante décadas muchos transeúntes se han hecho, tiene su respuesta en un vecino de Banfield, quien gestó esta insólita obra.  

Se trata de Rafael Díaz, un mueblero valenciano que se radicó en Banfield. Era vendedor en una mercería de la calle Chacabuco y que con el tiempo se armó su propia mueblería, la Mueblería Díaz, que fue todo un éxito en los años '20 y las subsiguientes décadas. Ocupaba el edificio de Sarmiento 1113/17, también de él.

En 1927, inauguró un chalet construido en la azotea o, de dos plantas (más de 200 metros cuadrados) y altillo. ¿Por qué construyó allí el chalet? Díaz vivía en Banfield y viajaba en tren hasta el centro todos los días; y como no podía volver a su casa cada mediodía para comer y tirarse un rato, se hizo la casa. 

Allí pasó años, pudo almorzar y dormir la siesta. Por las noches, volvía a Banfield en tren.

Más tarde le instaló un cartelón que decía Muebles Díaz. En 1929 compró una antena de radio y, a través de la frecuencia 630 del dial, lanzó LOK Radio Muebles Díaz. Desde el chalet, emitía promociones del negocio alternadas con música (cuando la radiofusión se reguló, esa frecuencia pasó a ser la de Radio Rivadavia).

Los cambios urbanos lo favorecieron: desde allá arriba, vio cómo, en 1936, a apenas 100 metros, se irguió el Obelisco, y cómo en 1937 se inauguró el primer tramo, 500 metros, de la 9 de Julio.

Crecía la ciudad y también su negocio, a través de ventas a crédito, por catálogo, a todo el país. En los '40 y '50, "Muebles Díaz, la casa del chalecito" llegó a ser una de las mayores de América Latina.

Luego Díaz compró propiedades en Buenos Aires y Mar del Plata. El chalet fue declarado en 2014 patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires, por lo que no puede ser modificado sin previa intervención de la Secretaría de Cultura. Muchos quisieron ingresar durante las últimas décadas, pero nadie lo logró, lo cual aumenta el misterio respecto a esta excéntrica construcción. 

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