Cuando Lomas dejó atrás las huellas del viejo tranvía
un poco de historia. El tranvía eléctrico comenzó en 1906. Aquellos coches eran de color granate y hacían un recorrido entre Plaza de Mayo y Temperley.
Cada día, cientos de miles de lomenses usan el transporte público para llegar a su trabajo. Los que van a Capital muy probablemente se suban el tren Roca, mientras que los que tienen la suerte de tener un empleo cerca de su casa seguramente apoyen la SUBE en la máquina lectora de los colectivos.
Sin embargo, (muchos) años atrás existía una tercera opción que todavía sigue vigente en muchas otras ciudades del mundo pero de la que no quedan rastros en nuestras calles. Les hablo, queridos amigos de La Unión, del tranvía.
El 3 de febrero de 1866, en los primeros años del partido de Lomas de Zamora como tal, se inauguró un servicio de tranvías a caballo, de Constitución a Barracas. Años después, la compañía, que era de capitales ingleses, habilitó un servicio especial los domingos y feriados, llegando hasta nuestra zona.
Con el tiempo se fueron tendiendo nuevas vías, uniendo Lomas con Temperley, Banfield con Villa Albertina, Temperley con Villa Sastre e Hipódromo de Temperley con Puente Francia, entre otras. Recién en 1906 el tranvía eléctrico reemplazó al de tracción a sangre. Aquellos coches eran de color granate y hacían un recorrido entre Plaza de Mayo y Temperley.
Pese a realizar el mismo trayecto, el tranvía no competía con el ferrocarril porque tardaba el doble de tiempo: el recorrido en nuestra ciudad lo hacía por la avenida actual avenida Hipólito Yrigoyen, Rodríguez Peña, Leandro N. Alem, Boedo, Carlos Pellegrini, Meeks y la estación de Temperley.
En el regreso tomaba Meeks, Laprida, Alem, French y de nuevo Yrigoyen, siguiendo por los Talleres de Remedios de Escalada, Lanús, La Mosca, Gerli, Piñeiro y Avellaneda. El trayecto total era de 1 hora y 20 minutos. ¿Y para qué se usaba entonces, si tardaba tanto? Es que al no existir los colectivos (el primero empezó a rodar en 1924), la gente se movía en tranvía para distancias cortas.
Pero el golpe de gracia para el tranvía ocurrió en la mañana del 12 de julio de 1930, cuando un coche sufrió un desperfecto y cayó Riachuelo con 56 pasajeros a bordo.
La irrupción del colectivo fue un golpe fuerte para el servicio, ya que la gente dejó de usarlo con tanta frecuencia. Pero el golpe de gracia para el tranvía ocurrió en la mañana del 12 de julio de 1930, cuando un coche sufrió un desperfecto y cayó Riachuelo con 56 pasajeros a bordo.
Sólo cuatro sobrevivieron a la tragedia. Estos factores, sumados al desarrollo imparable del tren, le fueron quitando atractivo al tranvía, que fue perdiendo pasajeros y terminó cerrando en 1948, cuando se levantaron las vías de la avenida Hipólito Yrigoyen (entonces Pavón) para su pavimentación definitiva.
Sin embargo, muchas otras vías, incrustadas en nuestras calles empedradas, siguieron visibles hasta fines de la década del 60, principios del 70, cuando quedaron tapadas por otras capas de asfalto. Todavía hoy, cuando se ve algún arreglo en la calle, vale la pena mirar para abajo: es posible encontrar a las viejas huellas del tranvía. ¡Hasta la semana que viene, amigos!