La fabulosa historia de Stanley Coggan, piloto lomense de la II Guerra Mundial
historia de vida. Fue parte de la RAF y participó en 22 misiones contra los nazis, para que no se expandan por el mundo. Falleció a sus 100 años.
La Segunda Guerra Mundial, que se desarrolló entre 1939 y 1945, dejó millones de historias de vida. Lomas de Zamora no fue ajeno a aquel episodio que atravesó al mundo, con Stanley Coggan Viking, quien fue piloto de bombardeo de la Real Fuerza Aérea (RAF) británica y además ferroviario de los talleres de Remedios de Escalada. Este año falleció, a sus 100 años, y aquí retomamos la nota realizada por La Unión, en noviembre de 2018.
"Conseguí todo lo que quise y luché por mis convicciones. Siempre voy a estar orgulloso", expresó entonces desde su casa lomense.
Su historia comenzó cuando su abuelo y su padre, ambos británicos, decidieron dejar Gran Bretaña e irse a Sudamérica. En 1903 llegaron a Olavarría, con la esperanza de un futuro mejor.
Varios años después, más precisamente el 8 de enero de 1924, nació Stanley, y luego se trasladaron a Escalada. Sus estudios los finalizó en el Colegio San Albano, y fue un extraordinario deportista. Su fervor por la Segunda Guerra Mundial se despertó cuando tenía 15 años, ya que según el ex combatiente "sus padres y el colegio le inculcaron mucho los ideales contra el nazismo".
"Fui feliz, la Guerra es lo peor que hay".
Así fue que en 1942 se anotó para participar en el conflicto bélico y defender a Gran Bretaña: "Fuimos en total 3.000 los voluntarios argentinos en esa oportunidad". Para Stanley, una de las mejores maneras de frenar el nazismo y que no llegue a Sudamérica era "formar parte de la guerra".
Los nazis lastimaron uno de los motores del avión y no había otra opción que hacer un aterrizaje forzoso. "Había que tirar todo de arriba del avión por el peso y uno de los tripulantes tiró por error el paracaídas. Cuando vino el impacto por el aterrizaje, me golpee la base de la columna".
Otro motivo que lo impulsó fue que su padre, Norman Thomas Coggan, intervino en el área de caballería de la Primera Guerra Mundial: "Mi padre estuvo en la última embestida del ejército británico contra el alemán en Bélgica y se consagró como un gran sargento de las fuerzas armadas". Pero tuvo que formarse porque no sabía manejar aviones.
"Cuando me anoté en la Fuerzas Áreas yo no juré defender a la Reina de Inglaterra, sino los derechos ciudadanos combatiendo al nazismo", aclaró. El exsoldado formó parte del Escuadrón 604 de aviones de bombardeo de la RAF donde hizo 22 misiones en total. Algunas de ellas comprendían bombardear las bases submarinas nazis en las costas de Francia.
MARCADO A FUEGO
Una de las fechas que recuerda Stanley con mayor exactitud fue el 3 de abril de 1945, día que dio por finalizada su participación en la Guerra. El avión que manejaba se estaba preparando para bombardear rieles en la Región Ruhr, Alemania: "Fue uno de los peores días de mi vida porque yo era ferroviario y me gustaba construir, principalmente vías, y estaba destruyendo algo que me gustaba armar. Cuando pienso en aquel día se me viene el alma a los pies".
En aquella misión tuvo que pedir ayuda al comando central. Los nazis lastimaron una de los motores del avión y no había otra opción que hacer un aterrizaje forzoso: "Había que tirar todo de arriba del avión por el peso y uno de los tripulantes por error tiró el paracaídas. Cuando vino el impacto por el aterrizaje, me golpee la base de columna".
Luego del accidente, Stanley estuvo 30 días en tratamiento sin poder caminar, hasta que los médicos le dieron la noticia que para él la Guerra había terminado. De esta manera, volvió al país con 22 años y retomó su trabajo de ferroviario: "Fui feliz, la Guerra es lo peor que hay".