El lomense que peleó en la Segunda Guerra Mundial
con 93 años recuerda su paso militar por el viejo continente . Stanley Coggan Viking estuvo en la fuerza aérea británica para combatir el nazismo. ?Luché por mis convicciones y estoy muy orgulloso de eso?, dijo, al recordar sus andanzas.
La Segunda Guerra Mundial, que desarrolló entre 1939 y 1945, dejó millones de historias de vida. En Lomas, está el caso Stanley Coggan Viking, quien fue piloto de bombardeo de la Real Fuerza Área (RAF) británica y además ferroviario de los talleres de Remedios de Escalada.
“Conseguí todo lo que quise y luché por mis convicciones. Siempre voy a estar orgulloso”, sostiene, a sus 93 años, este lomense.
Su historia comenzó cuando su abuelo y su padre, ambos británicos, decidieron dejar Gran Bretaña e irse a Sudamérica. En 1903 llegaron a Olavarría, con la esperanza de un futuro mejor.
Varios años después, más precisamente el 8 de enero de 1924, nació Stanley, y luego se trasladaron a Escalada. Sus estudios los finalizó en el Colegio San Albano, y fue un extraordinario deportista. Su fervor por la Segunda Guerra Mundial se despertó cuando tenía 15 años, ya que según el ex combatiente “sus padres y el colegio le inculcaron mucho los ideales contra el nazismo”.
Así fue que en 1942 se anotó para participar en el conflicto bélico y defender a Gran Bretaña: “Fuimos en total 3.000 los voluntarios argentinos en esa oportunidad”. Para Stanley, una de las mejores maneras de frenar el nazismo y que no llegué a Sudamérica era “formar parte de la guerra”.
“Cuando me anoté en la Fuerzas Áreas yo no juré defender a la Reina de Inglaterra, sino los derechos ciudadanos combatiendo al nazismo”, aclaró.
Otro motivo que lo impulsó fue que su padre, Norman Thomas Coggan, intervino en el área de caballería de la Primera Guerra Mundial: “Mi padre estuvo en la última embestida del ejército británico contra el alemán en Bélgica y se consagró como un gran sargento de las fuerzas armadas”. Pero tuvo que formarse porque no sabía manejar aviones.
“Cuando me anoté en la Fuerzas Áreas yo no juré defender a la Reina de Inglaterra, sino los derechos ciudadanos combatiendo al nazismo”, aclaró. El ex soldado formó parte del Escuadrón 604 de aviones de bombardeo de la RAF donde hizo 22 misiones en total. Algunas de ellas comprendían bombardear las bases submarinas nazis en las costas de Francia.
MARCADO A FUEGO. Una de las fechas que recuerda Stanley con mayor exactitud fue el 3 de abril de 1945, día que dio por finalizada su participación en la Guerra. El avión que manejaba se estaba preparando para bombardear rieles en la Región Ruhr, Alemania: “Fue uno de los peores días de mi vida porque yo era ferroviario y me gustaba construir, principalmente vías, y estaba destruyendo algo que me gustaba armar. Cuando pienso en aquel día se me viene el alma a los pies”.
En aquella misión tuvo que pedir ayuda al comando central. Los nazis lastimaron una de los motores del avión y no había otra opción que hacer un aterrizaje forzoso: “Había que tirar todo de arriba del avión por el peso y uno de los tripulantes por error tiro el paracaídas. Cuando vino el impacto por el aterrizaje, me golpee la base de columna”.
Luego del accidente, Stanley estuvo 30 días en tratamiento sin poder caminar, hasta que los médicos le dieron la noticia que para él la Guerra había terminado. De esta manera, volvió al país con 22 años y retomó su trabajo de ferroviario.
Tras pasar por Chubut junto a su mujer, el ex combatiente decidió establecerse en Lomas, donde vive actualmente. Agradece que hayan quedado atrás los ruidos de los bombardeos y todo el infierno que vivió. “Cuando me dijeron que no iba a poder participar fui feliz, porque la Guerra es lo peor que hay”, cerró Stan