Las polémicas de Junior Benítez: del culto a San La Muerte a la lengua bífida
INFORME. El ex Boca y Lanús tuvo una vida marcada por excentricidades. Su perfil psicológico lo complicó en el juicio por amenazas a la familia de su exnovia.
El próximo martes se conocerá la sentencia del juicio contra Junior Benítez, exjugador de Boca y Lanús, acusado de amenazar a la familia de su exnovia, quien se suicidó en Año Nuevo. Su perfil psicológico, sus celos y una vida llena de excentricidades le jugaron en contra en el informe de los peritos.
Desde el primer momento, la familia de la víctima, Anabelia Ayala, sostuvo que la relación entre el jugador y ella era bastante tóxica debido a los celos enfermizos de Benítez. Acercaron como prueba varios chats en los que la joven aseguraba que el futbolista controlaba todos sus movimientos, que no la dejaba salir ni hablar con nadie y que hasta le retuvo el pasaporte cuando vivieron en el exterior.
Todo terminó en la fatídica noche del 1º de enero de 2024. Mientras la familia brindaba por el Año Nuevo, Anabelia se encerró en su habitación y se quitó la vida. A un costado, estaba su computadora con una videollamada finalizada con Benítez. Esa escena se sumó a un audio de una prima del ex Boca y Lanús, quien contó que él vio cómo Anabelia se sucidaba y que no le avisó a nadie.
La tragedia profundizó las acusaciones de la familia, que ya había denunciado al futbolista anteriormente por violencia, exhibiciones de armas y amenazas. Esa es la causa que llevó a Benítez ante el juez en los Tribunales de Lomas de Zamora.
Cuando detuvieron a Benítez y lo sometieron a exámenes psiquiátricos, los informes fueron contundentes. El perito oficial Federico Iriart, del Departamento judicial de Lomas, destacó que "lo expuesto es compatible con una estructura de personalidad que presenta rasgos de estilo histérico como forma más elaborada y rasgos narcisistas como estilo más regresivo". Además, las pericias indicaron que el exjugador era manipulador con "aquellos vínculos sentidos como pasionales" y que podía "presentar un manejo de los impulsos, especialmente hostil, a la manera de la actuación en experiencias que le impliquen cierta intensidad afectiva".
Ese informe fue contrastado con aspectos de la vida personal de Junior, que estuvo llena de detalles un tanto polémicos. Cuando fue a jugar a Atlético Tucumán, sus compañeros de equipo se sorprendieron al ver la cantidad de tatuajes de calaveras que tenía en el cuerpo. No era causalidad: al igual que su padre, Benítez le rendía culto a San La Muerte, la famosa divinidad representada por un esqueleto con una túnica y una guadaña. Un santo al que, a diferencia de otros, se le puede pedir que realice un mal a otra persona.
"Es devoto de San La Muerte y hace como sacrificios. Acá venía armado y practicaba tiro en el predio de entrenamiento con latitas de gaseosa. Era raro porque es introvertido y parece buen pibe", comentó en su momento alguien que compartió vestuario con Benítez, en charla con Infobae.
Otro detalle que llamó la atención de sus compañeros fue el zoológico de animales exóticos que Junior tenía en su casa, con varios ejemplares traídos desde Ecuador. En una oportunidad, el propio Benítez se mostró con una serpiente. Entre los jugadores "se comentaba que tenía hasta un león", según el mismo testimonio.
Como si todo lo anterior no fuera lo suficientemente polémico, el ex Boca y Lanús sorprendió a todos cuando mostró la intervención que se hizo en la lengua para transformarla en bífida. Consiste en partir la lengua en dos partes, para dejarla parecida a la de los reptiles. Si bien esta modificación fue hecha por un profesional, la operación es tan peligrosa que en varios países está prohibida.
En una vida envuelta en polémicas, Benítez está a un paso de conocer su sentencia. La acusación es por "tenencia ilegal de arma de fuego, daño y desobediencia", ya que la "coacción agravada", que tenía que ver con el suicidio de Anabelia, no pudo ser demostrada. La fiscalía solicitó seis años de prisión, mientras que la querella pidió la máxima condena permitida por la ley: ocho años y seis meses de cárcel. El martes se sabrá el veredicto.