Tiene 90 años y junto a la hija de una amiga donaron 2 mil gorros de lana
INCREÍBLE HISTORIA. Rosa Fernández y Mónica (58), descendiente de su amiga Nelsy Orso y con quien había estudiado en Lomas, tejen y regalan gorritos para los más necesitados.
Otra jugada del destino. Rosa Fernández tiene 90 años y se recibió en el Instituto Inmaculada Concepción de Lomas junto a su amiga Nelsy Orso. Muchos años después, Rosa se topó con la hija de Nelsy, Mónica, quien la cuida y juntas llevan a cabo un increíble trabajo solidario: desde hace ocho años que tejen y donan gorros de lana, llegando ya a pasar la barrera de los 2 mil gorritos.
De jóvenes, Rosa y Nelsy estudiaron juntas y ambas se recibieron como maestras, una profesión que ya demostraría el amor y el compromiso de Fernández para con el prójimo. Rosa fue docente, directora de la Escuela Nº57 de Valentín Alsina y, desde hace un tiempo, disfruta de su tiempo libre con lo que más le gusta hacer: ayudar.
De jóvenes, Rosa y Nelsy estudiaron juntas y ambas se recibieron como maestras, una profesión que ya demostraría el amor y el compromiso de Fernández para con el prójimo.
"Un día estaba en la puerta de mi casa, enfrente de lo de Rosa, y ella se me acercó para preguntarme si yo era la hija de Nelsy. Le respondí que sí y me contó su lazo con mi mamá", empezó a relatar Mónica (58), que además de ser vecina es la encargada de cuidar a Fernández, ahora viviendo en Remedios de Escalada, a metros de Lomas.
A partir de allí, entre ambas nació un lazo unido por la solidaridad. "Yo solía ayudar a un hogar de niños en Calzada y Rosa me acompañó. El director del lugar nos dio la idea de hacer gorritos tejidos para los chicos y así empezó todo", reveló Mónica sobre aquel punto de partida, hace ocho años atrás.
La mujer de 90 años ha tejido más de 2 mil gorritos que también se pueden transformar en cuello polar, los cuales fueron donados a distintos puntos del país, ya sea en Buenos Aires o también en Río Negro y Santa Cruz.
Rosa tuvo que volver a poner en práctica sus habilidades con las agujas y empezó manos a la obra: en todo este tiempo, la mujer de 90 años ha tejido más de 2 mil gorritos que también se pueden transformar en cuello polar, los cuales fueron donados a distintos puntos del país, ya sea en Buenos Aires o también en Río Negro y Santa Cruz.
"No solamente colaboro con el otro, sino que me ayudo a mí misma. Me entretengo y soy solidaria con los que lo necesitan", resumió la vecina sobre su trabajo desinteresado, que no sería posible sin la activa participación de los vecinos, quienes le donan lana para que pueda seguir tejiendo.
No solamente colaboro con el otro, sino que me ayudo a mí misma. Me entretengo y soy solidaria con los que lo necesitan.
Cabe destacar que Rosa y Mónica también hacen adornos reciclados, los cuales también son donados a distintas instituciones de la zona. "Nos gustan las manualidades y nos llevamos muy bien. Su presencia me recuerda a mi mamá", acotó.
Para finalizar, y al ser consultadas sobre el significado de la palabra "servicio" en sus vidas, ambas coincidieron en decir que "ayudar nos nutre el alma al ver la felicidad del otro y por eso lo hacemos sin pedir nada a cambio".