La Farmacia del Águila, un emblema de Lomas que cumple 110 años
UNA RELIQUIA. Abrió sus puertas en 1911, cuando la ciudad tenía solo 50 años. Allí solían armar los medicamentos en damajuanas, además de confeccionar anteojos.
Sin dudas, un ícono de Lomas. La Farmacia del Águila tiene 110 años de historia en la localidad y aún está de pie, atendiendo y asesorando a los vecinos en cuanto a remedios para su salud. Pero no siempre fue así o, mejor dicho, antes no solo se dedicaba específicamente a lo farmacéutico. Pablo Jáuregui atiende este emblemático local y es hijo del tercer dueño, quien se encargó de contar la historia desde los inicios, de cómo trabajaban para "crear" los medicamentos con las recetas magistrales y hasta cómo era que funcionaba una óptica dentro de la botica.
La farmacia (Laprida 701) abrió sus puertas y comenzó a atender a los lomenses en 1911. La fecha de fundación no está muy clara, pero lo que sí se sabe es que fue en septiembre, en lo que fue una coincidencia con el aniversario Nº50 de la fundación de Lomas. Jáuregui explicó que, antes de que su padre comprara la farmacia en la década del '40 (junto a otro socio), hubo dos dueños que manejaron el local durante tres décadas. "Antiguamente se le decía el boticario, lo atendía gente que había trabajado en farmacias y conocía del tema. Hay que aclarar que recién se comenzaba con el estudio farmacéutico", agregó.
Berry, uno de los dos dueños que estuvieron antes que mi papá, hacía un jarabe que se hizo muy famoso en la época y se llamaba 'Jarabe expectorante Doctor Berry'.
"Berry, uno de los dos dueños que estuvieron antes que mi papá, hacía un jarabe que se hizo muy famoso en la época y se llamaba 'Jarabe expectorante Doctor Berry'", admitió el farmacéutico, que también rememoró que en el local "se preparaba todo en una especie de damajuana de 10 o 20 litros, desde el agua de alibour o el alcohol iodado, incluso teníamos que envasar las hiervas. Hoy en día, todo eso ya viene fraccionado y listo para vender en mostrador".
El manejo de las famosas "recetas magistrales" era moneda corriente en la Farmacia del Águila, ya que en ellas recibían indicaciones de los médicos para poder armar comprimidos hechos a medida para cada paciente en particular. "Era un arduo trabajo para las farmacias. Todo empezó a cambiar en la década del '70 con la aparición de droguerías y laboratorios", admitió el lomense.
A lo largo de sus 110 años de historia, Farmacia del Águila tuvo otras particularidades: además de siempre permanecer en el mismo domicilio y de contar con exacto número de teléfono,, dentro del lugar también funcionaba una óptica, ya que en ese entonces no existían lugares exclusivos para tratar problemas visuales.
A lo largo de sus 110 años de historia, Farmacia del Águila tuvo otras particularidades: además de siempre permanecer en el mismo domicilio y de contar con exacto número de teléfono (antes había que decir "Lomas 0463" a la operadora, ahora es directamente 4243-0463), dentro del lugar también funcionaba una óptica, ya que en ese entonces no existían lugares exclusivos para tratar problemas visuales. "En Provincia, todas las ópticas estaban dentro de la farmacia, hasta que se autorizó que podían trabajar independientemente", acotó Pablo.
"Recuerdo el arduo trabajo que llevaba hacer un anteojo. Los vidrios eran rectangulares y los ópticos marcaban el tamaño que necesitaban, lo picaban a mano y lo pasaban por una piedra para determinar la forma, para luego calzarlo en el armazón", detalló Jáurgui.
Actualmente, la Farmacia del Águila tiene una vidriera exclusiva que cuenta con varios elementos antiguos que se utilizaban en los primeros años del lugar: desde balanzas de precisión, potes de cremas, medicamentos, jeringas, morteros y también carteles con textos de distintos tamaños que se utilizaban para medir la visión de los pacientes. "Mucha gente pregunta sobre estos objetos, el vecino es muy curioso", admitió.
Pablo contó la relación que tiene la farmacia con distintas generaciones de clientes: "Viene gente adulta que se acuerda de mi padre y de su socio, son casi 80 años de mi familia atrás del mostrador".
Actualmente, la Farmacia del Águila tiene una vidriera exclusiva que cuenta con varios elementos antiguos que se utilizaban en los primeros años del lugar: desde balanzas de precisión, potes de cremas, medicamentos, jeringas, morteros y también carteles con textos de distintos tamaños que se utilizaban para medir la visión de los pacientes.
Es necesario recalcar que el edificio está "igual e intacto a como siempre lo fue", aunque en la década del '60 hubo una remodelación en sus vidrieras para su modernización. "Los muebles también son originales, de principios de siglo XX, como también los pisos", sostuvo Pablo. Una verdadera reliquia.
Para finalizar, pero no menos importante, Pablo hizo hincapié en no automedicarse ante cualquier síntoma para no complicar un posible cuadro: "Siempre recomiendo consultar a un médico primero y a un farmacéutico después".