La historia familiar detrás de una gran cadena de heladerías

DÍA DE LA FAMILIA. Iginia Franceschini y Marina Martín, primera y tercera generación de "La Veneciana", contaron la fórmula del éxito para que convivan los afectos y el trabajo.

Hoy se celebra en todo el mundo el Día de la Familia, una palabra de gran significado para los argentinos. Y si hay un sinónimo de familia en Lomas, sin dudas son las sucursales de la heladería "La Veneciana". Esta cadena se construyó a base de sueños, trabajo, pero sobre todo amor. Los italianos Iginia Franceschini y Giácomo Martín dejaron su país natal y llegaron a Argentina en búsqueda de un futuro mejor, donde incursionaron en el rubro que sigue en pie gracias a la segunda y tercera generación de la familia. Tanto Iginia como su nieta Marina contaron la historia desde sus comienzos, cómo se instalaron en Lomas y resaltaron la importancia del esfuerzo y el respeto para progresar.

"La mejor fórmula para la familia son el amor y el trabajo", con esas palabras resumió perfectamente Iginia Franceschini lo que significa la cadena de heladerías "La Veneciana", un proyecto que tanto ella como su marido Giácomo Martín lograron luego de mucho sacrificio y que hoy en día son unas de las marcas más conocidas en Lomas, en zona Sur y en Capital Federal.

La mejor fórmula para la familia son el amor y el trabajo.

Iginia nació en 1926 y vivió en Italia, cerca de Florencia, en pleno régimen fascista y hasta debió atravesar la crueldad de la Segunda Guerra. Luego se mudó al norte, más precisamente al pequeño pueblo de Oderzo, donde conoció a Giácomo Martín, quien fuera luego su marido. "Su familia era muy numerosa y fue la única que conocí en el lugar, me cruzaba con él por la calle y andábamos en bicicleta", rememoró sobre aquellos bellos momentos de su infancia y adolescencia.

Luego de la Segunda Guerra y con una Europa totalmente devastada, Giácomo decidió abandonar su país natal y buscar un futuro mejor: en 1950 se mudó a Argentina, con su bolso lleno de ilusiones y proyectos. Una muy triste noticia para Iginia, que pensó no volver a verlo jamás.

Pero, con gran valentía, Iginia se separó de su familia y abandonó Italia por amor, con el objetivo de reencontrarse nuevamente con Giácmomo. En la búsqueda de ese sueño, cruzó el Océano Atlántico en barco y llegó a Argentina en 1953. "Lloré mucho, pero mi mamá más todavía. Vine a América contenta y enamorada, por eso tomé la decisión", dijo, firme en cada una de sus palabras.

En Laprida al 400 se instaló la primera sucursal en Lomas, la cual todavía sigue en funcionamiento.

Ya en Argentina, Giácomo empezó a probar el rubro de la heladería con un primer local en Capital, más precisamente en las calles Bernardo de Yrigoyen y San Juan. "Con su hermano trabajaron muchísimo porque no era un lugar muy económico para sostener. Después encontraron unos locales en Lanús y se mudaron, donde yo me acoplé cuando llegué", contó Franceschini sobre el comienzo de lo que luego sería la famosa cadena de sucursales "La Veneciana".

"Mi primera tarea fue hacer el dulce de leche, pero a veces Giácomo me dejaba a cargo del local de Lanús. Yo no sabía castellano y tuve que aprender lo básico para atender en el mostrador", detalló la lomense de 95 años.

En Laprida al 400 se instaló la primera sucursal en Lomas, la cual todavía sigue en funcionamiento. "Quisimos expandirnos y vimos que en Lomas había muchísima gente. Recuerdo que se armaban largas colas durante el verano, todo para conseguir un helado", dijo.

"Mi abuelo era conservador y fue mi papá el que le dio el empuje que necesitaba la para expandirse más y armar una cadena de sucursales", contó Marina Martín, nieta de Iginia e hija de Livio, quien trabaja en el lugar desde chico.

En un trabajo familiar como este se comparte todo, se habla y también se discute en buenos términos.

Como tercera generación, Marina explicó que su padre fue el que les inculcó, a ella y sus tres hermanos, el oficio de heladeros, lo que convierte a "La Veneciana" en una empresa de vínculos muy estrechos. "En un trabajo familiar como este se comparte todo, se habla y también se discute en buenos términos", acotó de repente Iginia, como si hubiese dado la fórmula mágica del éxito.

"Cuando 'La Veneciana' empezó a ser una marca reconocida supimos que habíamos logrado un gran objetivo", contó Franceschini, muy orgullosa de que tanto trabajo y esfuerzo haya dado sus frutos. Hoy en día, la marca tiene 19 sucursales y una franquicia, todas distribuidas por zona Sur y Capital Federal. Además, hace muchos años que dejó de ser solo una heladería y agregó el servicio de cafetería, lo que le permite trabajar durante todo el año y no bajar las persianas en invierno.

Vengo frecuentemente a la heladería a visitar a todos los chicos. Estoy muy orgullosa de que mis cuatro nietos trabajen en la empresa y que continúen el legado familiar.

Cabe destacar que "La Veneciana" es una de las empresas que incorporó a su staff vecinos con capacidades diferentes, un gesto notable para luchar por la inclusión.

"Vengo frecuentemente a la heladería a visitar a todos los chicos. Estoy muy orgullosa de que mis cuatro nietos trabajen en la empresa y que continúen el legado familiar", concluyó Iginia, que continúa siendo el gran sostén y la unificadora de todos sus descendientes.