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Llevó a Banfield a la cima y cambió la AFA: la historia de Valentín Suárez

figura clave. Este vecino tuvo un papel clave en la transformación del fútbol argentino, pero su carrera comenzó en la administración púbica.

En Banfield su gran pasión tuvo cinco períodos de gestión

En Banfield, su gran pasión, tuvo cinco períodos de gestión.

Si hay dos temas que generan pasiones en Argentina son la política y el fútbol. En Lomas de Zamora, esta combinación dio lugar a figuras que dejaron huellas tanto en la vida pública como en el deporte. Y pocos casos reflejan mejor este vínculo que el de Valentín Suárez, un vecino que no solo hizo historia en su querido Banfield, sino que también tuvo un papel clave en la transformación del fútbol argentino. 

Más allá de la gloriosa trayectoria de la celeste y blanca dentro del campo de juego, los problemas fuera de él no son ninguna novedad. Y si alguien podía dar testimonio de ello era Valentín Suárez, un dirigente histórico del Taladro que dejó una marca imborrable en su paso por la AFA y protagoniza nuestra historia de hoy. 

Su carrera en la administración pública comenzó en 1946, cuando se sumó como colaborador de Eva Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Luego, entre 1949 y 1951, trabajó en la Fundación de Evita, pero su mayor legado lo dejó en el fútbol.

En 1949, fue designado por el gobierno para encabezar la AFA y resolver el conflicto que enfrentaba a jugadores y dirigentes tras la huelga de futbolistas de 1948. Ocupó ese cargo hasta 1953 y, años más tarde, volvió a sentarse en el sillón que hoy pertenece a Claudio "Chiqui" Tapia.

En 1966, el presidente de facto Juan Carlos Onganía lo convocó para intervenir en la AFA, y Suárez impulsó una reestructuración clave: el desdoblamiento de los torneos, dando más espacio a los clubes del interior. Así nacieron los campeonatos Metropolitano y Nacional, un formato que se mantuvo desde 1967 hasta mediados de los 80. Otro de sus grandes aportes fue la creación del Nacional B, torneo que muchos atribuyen a Julio Grondona, pero cuyo verdadero impulsor fue Suárez. 

En Banfield, su gran pasión, tuvo cinco períodos de gestión, siempre con buenos resultados: 1960-1962, 1966-1968, 1972-1974, 1984-1985 y 1991-1993. En su última etapa, llevó al Taladro a Primera División tras ganar el torneo de ascenso en 1993. Fue su última gran obra. Apenas unos meses después, el 28 de octubre de ese mismo año, falleció. Como un guiño del destino, dejó a su querido Banfield en la máxima categoría antes de partir. 

Hoy, en el estadio de Peña y Arenales, la tribuna superior que da sobre la calle Gallo lleva su nombre como homenaje. Y cada vez que visitamos la cancha, su legado sigue presente. Merecido reconocimiento para un dirigente que cambió la historia del fútbol argentino. ¡Hasta la semana que viene, amigos!