Villa Galicia cumple hoy 109 años: su primera carnicería y un bar emblema
historia. Con la llegada de españoles e italianos, la zona se fue poblando de casaquintas. El recuerdo de Don Carlitos y los Maturi, que apostaron en la zona, cuando era un descampado.
Villa Gallicia celebra hoy 109 de historia, con el aporte de españoles e italianos que llegaron a estas tierras. Un barrio tranquilo, de gente "grande", que conserva alma de barrio. El bisnieto del vecino que instaló la primera carnicería y el tataranieto de Maturi, creador del almacén emblema de la zona comparten sus recuerdos familiares.
Matías Altieri (49) vivió toda su vida en Villa Gallicia. Su bisabuelo junto con su abuelo pusieron la primera carnicería del barrio, la de Don Carlos, Juncal al 1742.
"Cuando ellos vinieron no había nada, era todo calles de tierra, por eso cuando llovía no podía entrar la carne que la traían desde el mercado central de Pompeya. Estaba el lechero, que traía la leche en carro, y la dejaba en tambos. Se les ocurrió venir acá a apostar porque había pocas casaquintas, pero era descampado", marcó.
Compraron cuatro lotes de 8.66 por 50 metros de fondo. Armaron una quinta y al lado el local. "Todo lo hicieron ellos, hasta construyeron la pileta de 10 metros de largo que todavía está, dos casas y plantaron todo tipo de árboles", agregó.
La carne la mantenían fría en una heladera frigorífica "gigante", que todavía existe. Si bien en la zona había poca luz, ellos contaban con el servicio, si no hubiera sido imposible este emprendimiento.
"A medida que pasó el tiempo, se fue poblando con mucha gente que venía de España, por eso Villa Galicia, mucho gallego. Es un lugar lindo, que era de quintas, y luego una zona urbana, igual es un barrio muy tranquilo, de gente grande, donde los vecinos son amigos", describió este martillero público.
La carne la mantenían fría en una heladera frigorífica "gigante", que todavía existe. Si bien en la zona había poca luz, ellos contaban con el servicio, si no hubiera sido imposible este emprendimiento.
Por medio de la calle Cerrito, Villa Galicia está dividida entre Lomas y Temperley. Todos los que tuvieron familiares que vivieron acá recuerdan el almacén-bar de Maturi, un emblema de la zona, que tenía dos hornos de barro y mucha gente trabajando.
Guillermo Doldán (64) es el tataranieto de Maturi, el creador del bar, quien puso un almacén de ramo generales y despacho de bebida. "Se reunían los tanos y los gallegos de la época a tomar vino porque ahí habían bordalesas de 200 litros que llegaban desde Mendoza en tren y a Galicia por medio de chatas arriadas por caballos con 14 barrillas cada una. Acá las repartían entre granjas y chacras", enumeró.
El bar tenía bordalesas de 200 litros que llegaban desde Mendoza en tren y a Galicia por medio de chatas arriadas por caballos con 14 barrillas cada una.
El lote de Cerrito al 1200 (esquina Amero) de 40 por 60 metros, incluía el bar, la casa de mi abuela y de mi tío abuelo, allá por 1870.
"El papá de mi abuela era tano y se casó con una andaluza. El tano era el jefe del barrio, le venían a pedir permiso a él para casarse, también le besaban el anillo, como si fuera un Papa o un capo mafioso. Pero también eran bravos los muchachos, de los hermanos de mi abuela, mataron a dos. Después se vengaron, era así la época", aseguró, y aclaró que el almacén lo manejaba su abuela y si alguien se portaba mal no lo dejaban entrar por un mes.
Quienes también iban mucho al bar eran los paisanos que arriaban las vacas hasta el matadero de la zona: "Donde luego estuvo el Cine San Martín, en Riobamba, había un bañado que tenía que ver con el Arroyo Galíndez. Ahí las vacas se quedaban porque había agua para tomar y no se escapaban. Entonces los paisanos aprovechaban para comer y tomar algo".
Tan importante era este bar que ahí se terminó de definir el nombre de Villa Galicia, tras una votación que había comenzado en la sociedad de fomento ubicada en Joaquín B González, entre Sáenz Peña y Juncal. "Cuando ganaron los españoles se armó una podrida bárbara, porque los tanos no querían ese nombre, querían que se llame Italia Chica", dijo Doldán.
Hace unos 15 años cambió la fisonomía del bar, ahora hay locales y departamentos, pero las medianeras siguen en zigzag. "Mi abuelo no sabía cómo iba a hacer la casa. Entonces había una pieza acá y una allá", cerró entre risas.
Villa Galicia cumple años y los recuerdos de sus vecinos la mantienen siempre vigente.