Abrió su cerrajería en 1974: "Creo ser la primera en Argentina"

PERSEVERANCIA. La lomense María Teresa Pérez empezó a trabajar en un rubro que era exclusivo de hombres: contó lo que debió superar para ganarse la confianza de los clientes.

El Dorado Cerrajería es un local ubicado en Alsina 2090 y que es atendido por María Teresa Pérez. Lo llamativo de la historia es que fundó el local cuando tenía apenas 20 años, en 1974, en un contexto social en el que no se discutía la igualdad de género. Consciente de entrar en un rubro que, para ese entonces, era exclusivo de hombres, la lomense comenzó a ganarse la confianza de los clientes y aún sigue con la labor, acompañada de su marido y sus hijos. "Creo ser la primera cerrajera en Argentina", dijo, con mucha emoción.

"Abrí la cerrajería en 1974 junto a mi hermana. A nosotras nos gustaba hacer muchas manualidades en metales y antes trabajábamos en el armado de joyas, pero cuando nos indemnizaron de aquella labor decidimos empezar este camino. Creo ser la primera cerrajera en Argentina", dijo la lomense, que luego admitió que uno de sus tíos era cerrajero y fue quien les enseñó el oficio.

Abrí la cerrajería en 1974 junto a mi hermana. A nosotras nos gustaba hacer muchas manualidades en metales y antes trabajábamos en el armado de joyas, pero cuando nos indemnizaron de aquella labor decidimos empezar este camino.

En los comienzos, la cerrajería estaba en una galería ubicada en Alsina 2070 y era atendida por María Teresa y por Beatriz, aunque esta última estuvo poco tiempo en el oficio. Con el paso de los años, el negocio fue creciendo y hasta su tío, quien les instruyó y les contó todos los secretos de la labor, se sumó al trabajo para ayudarlas. Pero su mentor falleció a los años y las hermanas debieron continuar con la labor, en una lucha por prevalecer en un oficio que no aceptaba mujeres.

"Ganarme la confianza de los clientes fue muy difícil. En ese entonces, este trabajo era exclusivo para hombres y a la gente le costaba aceptarnos, pero al ver que éramos laboriosas todo fue cambiando, tanto para los que venían hasta el local como para los que nos llamaban a su domicilio", aseguró Pérez, muy orgullosa de trabajar en Lomas, su lugar en el mundo.

Ganarme la confianza de los clientes fue muy difícil. En ese entonces, este trabajo era exclusivo para hombres y a la gente le costaba aceptarnos, pero al ver que éramos laboriosas todo fue cambiando, tanto para los que venían hasta el local como para los que nos llamaban a su domicilio.

María Teresa contó que tiene en su mente gratos recuerdos de su trabajo, como las veces que debió acudir a una emergencia para ayudar a vecinos que se habían quedado encerrados, pero también explicó que "salir a la calle con la caja de las herramientas era complicado porque nos gritaban barbaridades, además de ser paradas durante la dictadura militar por la policía para revisarnos las cosas, sin poder creer que éramos cerrajeras".

"Hace bastante que se superó el prejuicio de la mujer en este trabajo e incluso ya hay muchas colegas. A ellas les recomiendo que sigan adelante, que con esfuerzo todo se consigue", cerró María Teresa.

Cabe resaltar que el local siempre fue familiar y aún lo sigue siendo gracias a las nuevas generaciones: dos de los tres hijos de María Teresa trabajan en la cerrajería. El marido de Pérez, Esteban, también está involucrado en el negocio, aunque exclusivamente para autos: tiene el local en Gallardo 80 (Temperley), un espacio que funciona desde 1984 al servicio de la comunidad lomense.