Donde todo inició: la Fonda de los Vascos, el primer bodegón de Lomas

historia. En la esquina de Boedo y Acevedo, fue construido hacia finales del siglo XIX y allí, en sus comienzos se reunían los vascos lecheros de la zona. El pasado de lo que hoy es la pizzería Las Carabelas.

La histórica esquina en Boedo y Acevedo

Crédito: Eduardo Alfaro.

La histórica esquina, en Boedo y Acevedo.

Diario La Unión sigue buceando sobre las profundidades de la historia de Lomas de Zamora, y en esa aventura dio con el testimonio del escribano Carlos Fernández, miembro del Instituto Histórico Municipal, quien rememoró la historia de una esquina emblemática: Boedo y Acevedo, hoy la reabierta Pizzería "Las Carabelas", donde, mucho tiempo atrás, funcionó la famosa Fonda "Los Vascos".

"Ese paradigmático local tiene como trasfondo la historia de la inmigración vasca en el país, los cuales habían abandonado sus tierras en aquella Euskal Herria, de ambos lados de los Pirineos, llegando a nuestro suelo, especialmente, a partir del 1900", contó Fernández sobre la investigación que hizo y publicó en el libro "Pulperías, cafés y clubes de barrio en las Lomas de Zamora" (PDF gratuito en www.laidentidad.com.ar).

Muchos de esos vascos aportarían su enorme trabajo en las tareas agrarias, pero también en elaboraciones primarias como las del queso y la manteca, además de hornos de ladrillos. Todo ello estaría acompañado de la llegada del tren en el ramal a Cañuelas, donde, a la parada de Santa Catalina se denominó "Primera Estación". En ese entonces también los vascos levantaban la bandera de la causa de unidad nacional entre los territorios francés y español.

Esta fonda fue testigo de enormes charlas y acaloradas discusiones, más allá de sus comidas. Su primer dueño fue un vecino de Lomas, don Jacinto Viviane, pasando por varias manos hasta llegar al último que fue Alonso "Pepe" Colotti y su familia. 

El colectivo vasco lomense tendría sus lugares de encuentro o de trabajo, como aquella iniciática pulpería de Juan Amestoy, en el famoso edificio de Las Tres Esquinas de la entonces calle Real, hoy avenida Hipólito Yrigoyen en su intersección con Pereyra Lucena, el almacén Los Vascos en Carlos Croce y Rivera, y el almacén "El Favorito" de Segurola y Riego Nuñez en Turdera, lugar de reunión de lecheros vascos.

Y como lo señalara Luís Ángel Legnani en su reconocido libro "Un Lomas que yo he visto", en aquel entonces de largas discusiones políticas locales o encuentro de vecinos, un sitio de refugio de aquellos que necesitaban calentar el cuerpo y el alma era la Fonda de "Los Vascos".

LA FONDA

Su ubicación privilegiada de la esquina de Boedo y Acevedo fue construida hacia los finales del siglo XIX y allí, en sus comienzos se reunían los vascos lecheros de la zona, que serviría para estampar su nombre. 

El lugar también supo reunir gente del ámbito político local, que entre medio de charlas y comidas hasta las primeras horas del alba eran el punto de reunión, de los personajes lomenses, y periodistas como Fernando Natero, Director del periódico "El Heraldo ", que exhibía en la primera página "Clausurado por la dictadura del General Agustín P. Justo", frase que lo hiciera famoso. 

En algún tiempo tuvo que sufrir las enormes tormentas que inundaron su subsuelo, para dar paso hacia esos finales de la década de los 60 principio de la siguiente, la llegada del nuevo edificio de Las Carabelas. 

También solían concurrir don Luís Siciliano quien fuera director por esa época del diario Unión o Raúl A. Corbaccho, secretario de redacción del diario La Comuna, Raul Oscar Abdala periodista del diario La Prensa, el señor Delboy del diario La Unión, Ángel Díaz Caballero y don Carlos Nicora cuyos nombres llevan dos calles de Lomas de Zamora.

Esta fonda fue testigo de enormes charlas y acaloradas discusiones, más allá de sus comidas. Su primer dueño fue un vecino de Lomas, don Jacinto Viviane, pasando por varias manos hasta llegar al último que fue Alonso "Pepe" Colotti y su familia. 

Pero como todo pueblo tiene cambios, Lomas tuvo el suyo, y la fonda que comenzó a fines de 1800 con sus muros de ladrillos y barro, ya no tiene a los lecheros vascos, ni sus carros, ni los políticos, ni los periodistas, sino una "muzzarella de cemento" como graficara Chico Novarro en su obra "Nocturno a Buenos Aires".

"Allí había quedado como mudo testigo el antiguo edificio, que en algún tiempo tuvo que sufrir las enormes tormentas que inundaron su subsuelo, para dar paso hacia esos finales de la década de los 60 principio de la siguiente, la llegada del nuevo edificio de Las Carabelas que en sus principios funcionaba en la intersección de las calles Acevedo y Laprida, en el local paradigmático de Lomas, que en otros tiempos ocupó el famoso café 'La Brasileña'", concluyó Fernández.