Una reliquia del campeonato del '51 regresó al Museo de Banfield

historia albiverde. José Zignago, uno de los socios más antiguos del club, donó la Copa que se le había entregado al plantel por el subcampeonato. Su nieto, el hacedor del sueño.

La tradición y el fanatismo por un club pasa de generación en generación. Y, a veces, eso que solo se siente en el corazón, también se traduce a formas físicas. En este caso, una familia de banfileños tenía una reliquia en su hogar y decidió compartirla con todos los hinchas donándola al nuevo Museo que abrió Banfield.

La familia Zignago está compuesta de cuatro generaciones de hinchas y socios del Taladro: Jorge (el abuelo y socio 146 del club), José (su hijo y socio 733), Ignacio (el primero de los nietos y socio 2726) y sus hijos (Lucía, Delfina, Agostina y Cecilia, todas socias también). En ese círculo cerrado existía un objeto de un valor único e irrepetible. Se trata de una Copa conmemorativa al histórico subcampeonato que obtuviera Banfield en la temporada de 1951.

La misma fue diseñada por Federico Mansilla, un reconocido artista, actor de cine, radio y teatro que la donó al club como gesto simbólico por aquella campaña. Jorge, quien pudo ver a ese equipo en cancha, contó cómo llegó a sus manos. "La copa la tuve porque la vi que estaba un poco sucia en una reunión que estábamos con Converti (hijo del histórico goleador banfileño que se lució en el '51). Decidí llevármela a mi casa para lustrarla y después me quedó un tiempo porque arrancó la pandemia, yo me enfermé, se la encargué a una gente para que la arreglen y finalmente ahora la pudimos entregar. Ahora está en el Museo del club y eso tiene que enorgullecernos a todos", contó Jorge, que hoy tiene 90 años.

El encargado de entregarla en el espacio que funciona en el Club Buchardo (a metros de Maipú y Alsina) fue su nieto, Ignacio, quien inmortalizó el recuerdo con una foto sosteniendo el trofeo. "La orejona de Banfield, cumpliendo con el mandato de mi abuelo", publicó en sus redes sociales. "Mi abuelo me comentó que tenía la copa y que quería devolverla. Por un tema de salud, hoy él vive en San Vicente con mis padres y por eso me encargué yo, aunque siempre vivieron en Banfield. Desde el club se pusieron muy contentos por recibir la copa y por el estado en el que estaba", contó.

En este sentido, Ignacio contó más en detalle la historia familiar. "Mi abuelo nació en Rosario en 1932, hijo de inmigrantes italianos. A las 10 años se vino con la familia a Buenos Aires, primero a la Isla Maciel y luego a Banfield donde conoció al club y se enamoró. Desde un primer momento se hizo socio y luego nació mi padre, al cual también asoció desde la cuna y quien también es vitalicio. Después mi padre me hizo hincha y socio a mí, y yo continué con la tradición con mis cuatro hijas. Incluso, mi mamá en 1987 y embarazada de ocho meses, dio la vuelta olímpica conmigo en la panza", relató.

UN AÑO PARA EL RECUERDO

El equipo de Banfield de 1951 pasó a la historia desde el mismo momento en que debió jugar una final contra Racing por haber culminado el año deportivo con la misma cantidad de puntos (aunque el Taladro quedó primero por cantidad de triunfos y goles a favor). Se jugaron dos partidos en un contexto más que particular: la política intervino con fuerza a través de Juan Domingo Perón (que hinchaba por la Academia), Ramón Cereijo (ministro de Hacienda, vinculado al éxito académico) y Eva Perón (que quería que gane el Taladro, por ser el más "débil" de los dos equipos y representar a los "menos privilegiados").

"El del 51' fue una flor de equipo que realmente sabía jugar al fútbol", recordó Jorge. Y era así. Futbolísticamente, Banfield era superior y se destacaba por contar con una gran cantidad de jugadores talentosos en su plantel. Sin embargo, no pudo imponerse en el marcador. La primera final fue el 1 de diciembre y al terminar empatada 0-0 obligó a una segunda, en la que se impuso Racing por 1-0 con un gol de Mario Boyé al minuto de iniciarse el segundo tiempo. Las dos se jugaron en el estadio del Viejo Gasómetro de San Lorenzo, en Avenida La Plata, ante una multitud de ambos equipos.

Al considerarse injusta la derrota del Taladro (por varias cuestiones ajenas a lo deportivo), el plantel quedó signado al mote de "campeón moral", un detalle en el cual Mansilla hizo meya al diseñar la copa tallando la frase "honor de campeón".

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