Gilada, en formato de power trío, se presenta en Niceto Bar
recomendado. El grupo de Manu Barrios, bandoneonista de la Fernández Fierro, vuelve al ruedo luego de haber salido a escena en Lomas y Temperley.
Luego de sus dos primeras presentaciones, que tuvieron lugar en Lomas y en Temperley, el trío Gilada se sube a un escenario porteño en Niceto Bar el viernes 14 de enero a las 20.
Manu Barrios, bandoneonista de la Fernández Fierro, junto a Rocío Sánchez en sintetizadores y Guido Gómez en batería, presentan esta nueva formación.
Gilada nació en Claypole en 2021 y propone un sonido innovador de composiciones con base en la música argentina, pasando por el rock y el jazz en formato de power trío.
"Este proyecto sale de Los Careters, un banda que fue un quinteto y luego un cuarteto, que se separó en pandemia. Me quedaron un par de composiciones y no quería que ese material quede en la nada", le cuenta a La Unión Manu Barrios.
Con ese material y con el que se fue sumando, el trío comenzó a tomar su forma definitiva y su propio estilo.
"Nos empezamos a juntar con Guido Rodríguez, éramos un dúo de bandoneón y batería, y luego se sumó Rocío Sánchez en teclados. Las composiciones son en base a música argentina y rioplatense, pero para el lado del rock y del jazz, con efectos y pedales", explica.
La formación tiene aires de un power trío, con el bandoneón como instrumento líder y una base con batería y los teclados haciendo los bajos.
"Queremos demostrar que se puede hacer rock sin guitarras. Qué suene a rock, pero sin los instrumentos tradicionales. Sorprender al no tocar tango con bandoneón, el show lo empiezo yo solo haciendo un standard de jazz", acota Manu.
Gilada tiene planeado tocar al menos una vez por mes durante todo el año para pulir el sonido del trío en vivo. Luego también tienen en carpeta meterse a grabar algunas canciones.
Manu Barrios es egresado del Conservatorio Julián Aguirre de Banfield y actualmente cursa en la Escuela de Música Popular de Avellaneda (EMPA).
Criado en ambiente musical y con una madre docente de música, pasó por varios instrumentos hasta llegar al bandoneón en un encuentro que se dio casi de modo circunstancial.
"La primera vez que flashié con el bandoneón fue a los 14 años cuando fue con mis viejos a la calle Defensa y estaba tocando la Fernández Fierro. Uno tocaba en patas y me dije: 'quiero tocar como esos chabones'", recuerda.
El berretín con bandoneón chochaba con el elevado costo del instrumento, pero la suerte estuvo de su lado cuando descubrió que un familiar tenía un "fueye".
Casi como un sueño del pibe, más de una década después del impacto que le causo la fuerza y la impronta en vivo de la Fernández Fierro recibió un llamado para sumarse a la formación y desde hace un lustro es un miembro estable.
"Un día me llamó Alex Musatov, el violinista ruso de la Orquesta, y me pregunta: ¿querés tocar en la Fernández Fierro?'. Le dije que sí y me sumaron", cierra Manu.