Nació en Tucumán, vive en Lomas y busca su identidad: la historia de Constanza

Conmovedor. A los 6 años se enteró que fue adoptada y su vida cambió. Hoy, a los 26, cuenta cómo empezó su búsqueda y qué le diría a su madre biológica si la encontrara. 

Apenas seis años tenía Constanza cuando su vida cambió. En la escuela, junto a sus compañeras, casualidad o guiño del destino, salió el tema madres, embarazo, panza, maternidad. Fue en ese momento en el que se dio cuenta de que nunca había visto una foto de su mamá embarazada. "Fuimos todas corriendo a preguntar. Cuando le pregunté a mi mamá, se quedó blanca. Me dijo que cuando llegáramos a casa ibamos a hablar", cuenta en diálogo con La Unión. Hoy, a los 26 años y con un hijo de tres, recuerda aquellos momentos como si hubiesen sucedido ayer.

"Ese día no hablamos. Al día siguiente, me sentaron en una mesa, en la punta, en un banquito, y me dicen: 'A vos te fuimos a buscar a Tucumán. Naciste en una clínica de allá. El que hizo el contacto fue el tío Daniel, el mejor amigo de papá'. Ahí supe quién era Daniel. Me contaron que la persona que me dio en adopción no me podía tener y que mi tío Daniel hizo el contacto", agrega Constanza. "Me dijeron que yo no había salido de la panza de mamá. Entonces pensé: '¿De dónde salí? ¿De la panza de Julieta?'. Julieta es mi prima, pero es como mi hermana", confiesa.

Luego de aquel día, de aquel baldazo de agua helada, no se volvió a hablar del tema en la casa de Leticia y Alfredo, que fallecieron hace dos y un año, respectivamente. Cada vez que quiso retomar el tema, por la necesidad de saber sus orígenes, de dónde venía, conocer su identidad, le respondían que ya sabía lo que tenía que saber, que no hacía falta preguntar más.

Constanza creció con la idea de que preguntar algo tan importante estaba mal, lo que la fue atormentando con el correr de los años, en los que la angustia de estar entre la necesidad de saber quiénes eran sus padres y la traición que sentían Alfredo y Leticia la llevaron a dos intentos de suicidio, primero en su infancia y luego en su adolescencia.

"Yo estoy feliz con la familia que tuve. Mis papás fueron únicos. Esto no tiene nada que ver con lo material, ni económico ni afectivo, porque no me faltó nada. Lo que necesito es saber de dónde vine"

"Me decían que me habían dado todo y cada vez que preguntaba se largaban a llorar, lo tomaban como una traición. A a los 16 años tuve una depresión muy grande. Ahí fue mi segundo intento de suicidio. Quería averiguar y me trababan. Primero falleció mi mamá y después mi papá. Cuando pasó, necesitaba saber de dónde venía. No sentía que estuviera traicionando a nadie", expresó. 

Con el dolor a cuestas por la pérdida de sus padres, porque ella afirma con la voz quebrada y con total énfasis que ellos son sus padres, aclara: "Yo estoy feliz con la familia que tuve. Mis papás fueron únicos. Esto no tiene nada que ver con lo material, ni económico ni afectivo, porque no me faltó nada. Lo que necesito es saber de dónde vine".

CÓMO EMPEZÓ LA BÚSQUEDA

Cuando fallecieron sus padres, Constanza cuenta que sintió una depresión muy grande nuevamente, lo que la volvió a poner en ese durísimo lugar en el que pensó que no había salida. No obstante, volvió a ponerse de pie, fortalecida por sus afectos: su hijo; su prima Julieta, a quien considera como una hermana; y su ex pareja y padre de su hijo, a quien le valora el apoyo incondicional a pesar de no estar juntos hace tres años. A partir de allí, sintió que ya era el momento de empezar la búsqueda. 

"Hace dos semanas decidí empezar a averiguar. Tenía el teléfono de Daniel. Si bien seguíamos hablando, nunca más lo hicimos sobre el tema. Lo llamé, le conté que necesitaba saber la verdad y me dijo que iba a contarme todo", dice Constanza. 

"La versión de mis papás era reducida. Entonces me cuenta que él tenía una empleada doméstica que se llamaba Marta, que mis papás estaban intentando adoptar en Buenos Aires, pero como era difícil y en Tucumán es algo común dar en adopción, viajaron. Pregunté si hubo plata de por medio. Mis papás me habían dicho que no y mi tío me dijo que no. Me cuenta que cuando se entera que unos amigos de Daniel estaban buscando adoptar, la empleada dijo: 'Voy a averiguar'. Así, como suena. Algo rarísimo, pero parecía algo normal allá", añade. 

Constanza relata, siempre bajo la versión de Daniel, que nació el 27 de septiembre de 1994. La madre biológica la entregó ese mismo día. Marta, la empleada doméstica, fue quien hizo el contacto. Daniel le cuenta, además, otro detalle que a Constanza le llamó la atención: no había nacido en una clínica como le dijeron sus padres, sino que fue en una casa. 

"En mi familia era un tema tabú mientras mis papás estuvieron vivos. Cuando fallecieron, empezaron a hablar, pero nada coincidía"

Alfredo y Leticia, enterados del nacimiento de Constanza, se tomaron un vuelo a las 6 con destino a Tucumán. Se encontraron con Daniel y Marta en la esquina de La Rioja y Lavalle, en San Miguel de Tucumán. De acuerdo a lo que le contó su tío, su mamá biológica llevaba puesta una campera negra, un jean azul y un pañuelo lila. "Lo único que preguntó fue si iba a estar bien, si era una buena familia, si me iban a traer a Buenos Aires. Siempre respondió Daniel. Mi papá en ningún momento habló con mi mamá biológica. Sólo me recibió en brazos", revela. 

En la primera versión, Alfredo y Leticia se habían hospedado en un hotel, pero Daniel le reconoció que se habían quedado en su casa y que cuando fueron a anotarla, utilizaron los datos de su domicilio por medio de un contacto en el registro civil. "Nada de lo que figura en mi partida de nacimiento tiene validez", explica Constanza. 

"Me dijo que no tenía ningún dato de Marta. Corté el teléfono y me quedé con la historia. Al otro día me levanto y pienso que me faltan partes. Me puse a pensar que mis papás siempre tuvieron empleadas, que no puede ser que no tengan registro de cómo se llamaban. Lo volví a llamar a Daniel y le dije: 'No te lo tomes a mal, pero siento que hay cosas que no me estás diciendo', que si tenía un pacto con mi papá, que me lo dijera, que quiero saber mi identidad", agrega.

Constanza empezó a indagar, a preguntarle a sus familiares. Como consecuencia de la pandemia, muchos ya no están. En esa búsqueda de respuestas, fue así como una hermana de parte de su papá le dijo que, según sabía, era la cuarta de cuatro hijos que había tenido la mujer que la dio en adopción. Y que, al parecer, con el tercero de ellos también había sucedido lo mismo. "En mi familia era un tema tabú mientras mis papás estuvieron vivos. Cuando fallecieron, empezaron a hablar, pero nada coincidía", explica al mismo tiempo que reconoce en Daniel a la única persona que puede decirle la verdad. 

LA PUBLICACIÓN EN FACEBOOK, EL PRIMER PASO PARA SALIR ADELANTE

Fue tan grande la depresión y el dolor por la pérdida de sus padres, que Constanza no comía, ni salía, primero por la pandemia, pero después cuando se empezó a abrir la circulación tampoco lo hizo. "No salía de la cama, no podía dormir. Pero cuando hice la publicación en Facebook, esa noche pude dormir. Me saqué una mochila", confiesa. 

Reconoce que desde ese momento las cosas mejoraron. Sintió que dio el primer paso para llegar a la verdad y a la vez recibió cientos de mensajes de personas que pasan por la misma situación que ella, que también buscan su identidad y hasta de muestras de apoyo de gente que la conoce poco y otras que directamente no la conocen. 

"Me empecé a unir a grupos. Me decidí a buscar. Pensé que tal vez pueda tener suerte, si alguien conoce a alguien. Veré con qué me encuentro. Hago terapia desde muy chiquita. Mi terapeuta me preparó para esto desde hace mucho. Me decía: 'Mirá que te podés encontrar con cosas que te van a doler, que te van a hacer mal'. Desde que publiqué, me encontré con gente que me dice cosas lindas. Pero también están los que te juzgan, que te dicen que no te conformaste con lo que tuviste, con lo que te dieron, y que por eso ahora buscás. Contesto todo. Los mensajes malos también, para pedirles que tengan empatía, porque a mí no me afecta, pero hay gente a la que le cuesta la vida", cuenta. 

Constanza tiene muy en claro que lo que busca es saber quién es, de donde viene, su identidad, conocer a la persona que la llevó en el vientre durante 9 meses, y que sus padres son Alfredo y Leticia. "Me pasan un montón de cosas. Mido 1,52, mi papá medía 1,78 y mi mamá 1,65. Soy la única bajita de la familia. Por ahí me parezco a alguien, no sé. A mis papás les agradezco todo. Nunca me faltó nada, ni en lo económico, ni en lo material ni afectivo. Ni esos pequeños gestos como que mi mamá volviera de trabajar y me trajera un chupetín. Mucha gente no lo entiende, dicen que soy desagradecida, que me tengo que quedar con lo que sé y ya está. Es difícil hacerle entender esto a alguien que sabe su verdad", expresa con una mezcla de dolor, emoción y angustia. 

Sólo Constanza y quienes atraviesan la misma situación de no conocer su identidad entienden lo difícil que es transitarlo. "La primera vez que fuimos a la ginecóloga y me preguntó por antecedentes familiares, la miré a mi mamá y me puse a llorar. No sabía que contestarle. Ahora tengo un nene de 3 años. Y si yo no sé mis antecedentes, tampoco los de él. Es una cadena", comenta.

QUÉ LE DIRÍA CONSTANZA A SU MAMÁ SI LA ENCONTRARA

Constanza tiene un objetivo muy claro: llegar a la verdad, conocer el comienzo de su historia y cerrarla para poder avanzar. No busca más que eso: saber la verdad, cerrar esa historia y avanzar. "Muchos me preguntan qué le diría si la encontrara. Si ella quiere hablar conmigo, que tal vez no quiera, le diría gracias. Más allá de que no pudo o no quiso, porque pudo haber tenido todos los motivos, que son todos válidos. No juzgo sus razones, porque fueron suyas. Le agradezco porque la familia que tuve fue de lo mejor, mis papás fueron únicos. No quiero juzgar a nadie. Y tengo claro que puedo encontrarme con cualquier cosa. Pero no es mi intención juzgar a nadie", asegura. 

"Me gustaría viajar a Tucumán. En este momento es difícil. Con mi prima anotamos en un cuadernito los datos que llegan. Pueden ser datos menores o no. Anotamos todo. Cuando tengamos más información, seguramente viaje para ver si podemos conseguir algo. Y ayudar a los que me están ayudando, porque son muchos. Recibí más de 300 mensajes de gente que pasa por lo mismo. La más jovencita tiene 22 años. Significa que es algo que sigue pasando la adopción ilegal", concluye Constanza. 

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