Llega a los 90 años impecable y revela los secretos: vino, amor y estar activo
tiene tres hijos, cinco nietos y un bisnieto y vive en frías y colombres.
Norberto “Toto” Molina cumple el domingo, pero lo festeja el sábado con una gran fiesta. Aunque faltará Susi, su esposa que falleció hace 6 años, irán amigos y familiares de Lomas y del Interior.
El vecino de Lomas Norberto Molina conoce el secreto de la jovialidad imperecedera. De espíritu movedizo y energía luchadora, “Toto” cumple el domingo 90 años y lo celebra como si fueran los 18, con una gran fiesta. Tomar un vaso de tinto al mediodía y otro a la noche, colgar la ropa, limpiar su preciado auto, bajar o subir escaleras aunque sea para sacar la basura y haber amado con el corazón entero son algunos hábitos que le permitieron llegar a este nuevo aniversario como 0KM, una fecha en la que levantará la copa y brindará por la unión de la familia y por Susi, su esposa que falleció hace 6 años, para que nadie la olvide.
“El cumple se lo festejamos el sábado y vienen amigos, y familiares de Mendoza y de Paraná, Entre Ríos. Seremos unos 30”, revela Maximiliano, el hijo menor de Toto y Susi, quienes trajeron al mundo a tres varones: además de Maxi, están Lalo y Gabriel. Entre los tres les dieron cinco nietos y ahora, un bisnieto, Bautista, de 3 años.
“Mi viejo tiene un espíritu imparable. Tiene mucha vida. Trabajó en la Fuerza Aérea y en el Municipio de Lomas hasta que se retiró. ¿Si el secreto de estar tan bien es el vino? ¿Sabés que yo pienso lo mismo? Le encanta el tinto y nunca le falta su copita, ni al mediodía ni a la noche. Algo de eso debe haber. Un buen tinto sería, sin dudas, el mejor regalo que podrían hacerle en este cumple”, reconoce entre risas Maxi y revela que la única vez que lo vio abatido fue cuando murió su mamá, la primera novia formal de Toto, que hasta entonces era un verdadero picaflor, y a la única a la que le dio el “sí”.
“Fue tristísimo. Se quería ir con ella. Mamá sufrió tres ACV y del tercero no salió”, confía Maxi y describe que en su dormitorio, Toto tiene un espejo gigante, que observa apenas se incorpora de la cama, y que está cubierto por fotos de ella. Detrás de la puerta, todavía cuelga el déshabillé. Y algunos aros que adornaban su cara y no quisieron desprenderse brillan solitarios.
Por suerte, el tiempo va limando dolores y el vecino recuperó el ánimo. Después de la partida de Susi, se dio el gusto de comprarse un auto nuevo, al que disfruta al volante, pero también a pie: lo usa tres veces al mes, para ir a cobrar la jubilación -siempre con un nieto de copiloto-, y para hacer compras -él mismo se elige su ropa- o mandados. Cuando no lo pone a rodar, lo limpia, lo pone en marcha, y va cada a año a renovar el registro.
“Está muy lúcido. El auto es de 2014 y tiene sólo 44 mil kilómetros. Varios se lo quieren comprar, porque lo tiene impecable”, amplía Maxi, quien desde hace 9 años, cuando se separó, vive con Toto en los monoblocs de Frías y Colombres. “Papá me cuenta historias increíbles sobre Lomas y el barrio. Por ejemplo, te dice: ‘Acá, donde están los monoblocs, había una laguna a la que traían una vacas a pastar y a tomar agua’. Y entonces uno cae en la cuenta de cuánta vida vivida tiene. Lo negativo es que cada vez le quedan menos amigos. Se van muriendo y eso es angustiante. Los hijos de algunos de ellos no se animaban a contarle a mi viejo que su papá había partido”, reconoce.
Con sus felicidades y tristezas, Toto sigue adelante y este sábado, levantará la copa para brindar y pedirá por sus hijos, por la unión de la familia y por los que ya no están, especialmente por Susi, para que nadie la olv