De Calzada para el mundo, el creador del sillón de Maradona
El rey de los tronos vive en el Sur. ?Los Vasquitos? es el nombre de la mueblería donde hicieron los famosos sillones del ?10? en esta etapa de DT. Vinculado al Sur desde chico, Carlos González es el dueño de la empresa y contó la historia que recorrió el planeta.
Desde la avenida San Martín, en el corazón de Calzada, hasta las tapas de los diarios de todo el mundo. La historia de Carlos y Luciana, emprendedoras del rubro de la tapicería, cruzó fronteras cuando un tal Diego Maradona entró a la cancha de Newell’s y se sentó en un sillón fabricado por ellos.
Heredero de una tradición familiar con los sillones, Carlos nació en Lanús y desde chico ya estuvo vinculado a la tapicería. Tras unos años en España, exiliado de un país que todavía se recuperaba del golpazo de 2001, regresó a su país y al Sur en 2008, donde hecho raíces en Rafael Calzada. Una rápida adaptación al mundo virtual le permitió ganar clientes a lo largo y ancho del país y hasta en algunos programas de televisión pero nada le daría tanto protagonismo como hacer el sillón del “10”.
“Un martes nos llamaron desde el Club Newell’s diciéndonos que precisaban dos sillones para el viernes. Nosotros tenemos los pedidos por número y no los salteamos. Todo tiene su tiempo de fabricación pero era tanta la insistencia -y hasta nos ofrecían pagarnos más por terminarlo a tiempo- que lo aceptamos. Teníamos el material para hacerlo y ese viernes ya estaba preparado”, contó Carlos González, dueño de “Los Vasquitos”, en referencia a sus hijos nacidos en sus años en el país Vasco.
Lo curioso es que, si bien tenía claro que el asiento iba a ser utilizado por el club, no conocía quien se iba a sentar ahí. “Somos futboleros en la familia y con mi hijo pusimos la TV para ver el partido de Newell’s. De golpe veo que Maradona vuelve del entretiempo y va al banco y se sienta en el sillón que habíamos fabricado. No lo podía creer. Me emocioné, me acordé de mi viejo como nunca lo había hecho desde que falleció, de todas las recomendaciones que me hacía, de los años de trabajo que llevo”, relató.
Uno de los hombres más famosos del planeta se acomodaba en un trono de madera de lenga, tachas y cuerina fabricado por sus manos para dirigir a su equipo. Y esa sería solo la primera vez. “Después de la repercusión que tuvo, nos comunicamos con Gimnasia de La Plata, les llevamos la propuesta y armamos más de un sillón. Hubo subastas por miles de pesos y un día nos invitaron a presenciar el partido en la cancha”, recordó Carlos. Y ahí viene la segunda anécdota emocionante.
“Vimos el partido y teníamos la ilusión de sacarnos una foto con Diego. Fuimos de Calzada a La Plata escuchando notas que hacían en la radio hablando del sillón, no lo podíamos creer. Terminó el partido, nos quedamos dos horas esperándolo y cuando ya pensábamos que no iba a aparecer, lo vimos venir caminando hacia nosotros. Le costaba mucho por su problema de rodilla pero, finalmente, llegó, nos saludó y nos abrazamos. Nos dijo que estaba “chocho” con el sillón e hicimos la foto familiar que nos quedó para el recuerdo. Todavía lo cuento y se me pone la piel de gallina”, comentó.
Hoy, junto a Luciana y Santiago, siguen trabajando como el primer día. Ni la fama momentánea de hacerle el sillón a Maradona ni las luces de las notas en decenas de medios les cambiaron la concepción de su trabajo. “Somos tercera generación de tapiceros y restauradores de muebles, tanto yo como mi hermano con su propio negocio. Nos hicimos más conocidos por esto y me alegró saber que se han subastado los sillones por una importante suma pero nosotros seguimos con lo nuestro, hoy acomodándonos a la realidad que le toca vivir al país pero con los pies en la tierra. Es un recuerdo que voy a grabar en mi mente para siempre”, cerró.