Qué es el Mindfulness, una práctica que gana adeptos entre deportistas de la región
Entrevista. Adriana Nicora es de Canning y enseña esta novedosa disciplina. De qué se trata, para qué sirve y cómo aplicarla en cuarentena.
Cuando se habla de los grandes equipos, habitualmente se hace referencia a la "mentalidad ganadora". También al aspecto técnico, táctico y físico pero, recurrentemente y sin falta, se habla de la ‘mentalidad’. Curiosamente, no son la mayoría los jugadores que trabajan en ese ítem. Y, he aquí, el quid de la cuestión: todo pasa por la cabeza.
Adriana Nicora es psicóloga, vive en Canning y trabaja en el mindfulness, una técnica que hace años viene ganando lugar en el ámbito deportivo. ¿De qué se trata? Si bien no existe una sola definición del concepto, a grandes rasgos todas coinciden en la idea de la conciencia plena, en aprender a relacionarse de forma directa con aquello que está ocurriendo en la vida de cada uno, aquí y ahora, en el momento presente.
Esto, aplicado al deporte, ofrece todo tipo de alternativas y ventajas. En el plantel de Banfield, por caso, Nicolás Linares es uno de los que practica mindfulness y en una entrevista con La Unión ya había contado su experiencia. Pero no es el único: Adriana también trabajó con el plantel de rugby del Club Monte Grande y con el femenino de hockey de Tristán Suárez, además de futbolistas del Sur como Josué Ayala (exarquero de Temperley) y Claudio Villagra (delantero de Banfield).
“El deportista entrena el cuerpo pero, si no trabaja la mente, falta algo. El ser humano es mente y cuerpo y el mindfulness busca integrarlos. Si estás en un partido y tu mente se dispersa, el foco de atención se corre y aparece la duda. De ahí viene un mal saque para un tenista, un fallo en un drop de un rugbier o un pase errado de un futbolista”, explicó Adriana.
En los dos grupos grandes que trabajó, la experiencia dejó buenos resultados. Tanto las chicas de Suárez como los chicos de Monte Grande realizaban grandes campañas pero al momento de la definición del torneo perdían. Desde su arribo, llegaron ascensos y campeonatos. “Con ambos me pasó que tenían buenos entrenadores, lograban resultados, eran competitivos pero se caían en la definición. Algunos de los chicos, por ejemplo, expresaban que no veían la hora de que pase el partido o pensaban en que ocurriría después, en vez de enfocarse en hacer lo que sabían hacer. Tras un tiempo de trabajo con ambos grupos, salieron campeones y lo único que cambiaron fue el manejo de la mente en distintas situaciones”, contó.
“El punto es volver al momento presente, conectar con lo que estoy haciendo, con quién soy, qué hago aquí y hacia dónde voy. Estas son preguntas y pensamientos constantes, es la vida cotidiana. Tiene que ver con el darse cuenta pero es tan simple que se hace difícil”, agregó.
La relación de este concepto con momentos del día a día es enorme: el no poder dormir por estar pensando, el despertarse mal, los dolores que eso genera. Todo tiene repercusión y, en este caso, el deportista lo ve reflejado en su rendimiento. Adriana explica: “Muchas veces funcionamos en automático. Tenemos barreras a la consciencia de las emociones y dentro de esas barreras está la negación. Muchas veces se escucha ‘no te hagás problema, no te pongas triste’, como si esto fuera algo malo. Hay que aceptar la tristeza partiendo de la base de que nada es permanente y pensando en qué se necesita para mejorar, hacia dónde vamos, por qué corremos tanto”.
¿Qué cambios se llegan a lograr en los equipos o los individuos? “El deportista se libera del prejuicio, se conecta con quién es y con lo que tiene. Si llegó a dónde está, tiene algo adentro que es lo que debe aplicar en ese momento, confiar en sus potencialidades. Eso lo logramos con la práctica del mindfulness, trabajando a conciencia de lo que hacemos, construyendo a partir de bases sólidas”, detalló.
Por último, Adriana hizo referencias a estos tiempos de cuarentena, en donde una práctica tan profunda como ésta puede ayudar a conectar con otras cuestiones internas. “Esto de la pandemia nos invita a pensar en qué cosas necesitamos realmente más allá de lo material y en cuán importante es el desarrollo del ser, más que del hacer. Esta cuestión tan occidental del ‘llame ya’, ‘es ahora o nunca’, afecta mucho porque jamás alcanza nada y cuando llegás a algún lado no sabés para donde ir