Daniel Dátola: “Primero soy de Lomas y después de todo lo demás”
entrevista.
El exjugador de Los Andes y Temperley, experiodista de Billiken y El Gráfico, autor de "Lalola", "Poné a Francella" y "Cebollitas", entre otros éxitos, y actual director de DeporTV recuerda su paso por el barrio y reflexiona sobre la pandemia: "Alguna enseñanza tiene que dejar".
Si Lomas tiene un hijo del cual sentirse orgullosa, ése es Daniel Dátola, un personaje de exportación que se destacó en cada una de sus actividades. Fue jugador hasta los 20 años del Club Los Andes, y luego tras recibirse de licenciado en Comunicación en la Universidad Nacional de Lomas, comenzó su derrotero por el periodismo gráfico, la radio, la televisión y el teatro, una actividad que lo trajo de vuelta a sus tierras con la dirección general de la obra “¿Hay un asesino en la sala?”, protagonizada por Mauro Szeta y Paulo Kablan en el Teatro del Municipio. Hoy, desde su casa de Núñez, asegura: “Primero soy de Lomas y después de todo lo demás”.
Desde hace menos de un año, Dátola fue nombrado director de DeporTV, uno de los 3 canales del sistema de medios públicos, junto con Pakapaka y Encuentro, pero antes escribió -sólo para nombrar algunas de las cruces en su mapa- en Billiken, el Gráfico, creó “Buenos Muchachos” en Radio 10, participó en “El exprimidor” por Radio Uno, participó en “Poné a Francella”, “Lalola”, “La Noticia Rebelde”, “Ficciones”, “Cebollitas”, y en numerosas puestas en escena sobre las tablas. Varios de sus trabajos le valieron un Martín Fierro.
“Nací en una clínica que estaba en Colombres y la Avenida. Viví ahí hasta los 7 años. Después, me mudé más cerca de la placita que está en Laprida, y del Colegio Santa Teresita. Y de ahí a la calle Posadas, entre Mitre y Falcón. Finalmente, residí cerca de la cancha de Los Andes, en Sucre y Loria. Del Milrayitas me hizo de chiquito un padrino mío que me llevaba a la cancha. Jugué al futbol en Los Andes y en Temperley”, recuerda con cierta nostalgia.
“Me gustaba divertirme con los pibes, iba al Club Almafuerte, y después estuve un año en el Club Temperley, y en Los Andes hasta los 20 años. Terminé en la 3era de Los Andes”, recuerda el lomense, y asegura, desde la cuarentena de su casa de Núñez, que “Lomas se extraña mucho”.
“Trabajo desde casa, estoy cerca del canal y voy si me necesitan. Mientras, estoy retomando viejos escritos y avanzando con una comedia para teatro”, revela. “Creo que va a haber un antes y un después de esta pandemia, que es una tragedia terrible. Esto viene a traer un mensaje, a limpiar algo; una enseñanza tiene que dejar. El que no se da cuenta de esto es un boludo. Como decía mi amigo Leo, no se puede ser más rico en el cementerio”, reflexiona mientras espera poder retomar las obras que tenía en cartel en el Paseo La Plaza y avanzar con otras previstas.
Aunque Dátola no lo dice, está acostumbrado a los éxitos desde el comienzo de su carrera. Es eso que les pasa a los talentosos preparados que no saben del todo que lo son y para quienes los buenos resultados son una consecuencia inexorable.
En 1985 tuvo su primera oportunidad en teatro. “Cuando arranqué en lo artístico, hacía recitales de poesía ilustrada, pero la primera obra fue ‘El señor del baño’. No sabía ni lo que era escribir en teatro”, recuerda y amplía: “En una semana había que armarlo porque ya tenía fecha de estreno. Lo hicimos de raje y funcionó muy bien, y nunca más paré de hacer teatro”.
La obra tuvo gran repercusión, pero Dátola lo supo después. “Iban al Teatro Regina a ver la obra 500 personas por día. Me llamaban los actores conocidos y me felicitan y yo pensaba que era normal meter 500 personas. ¡Un irrespetuoso!”, bromea quien ahora ve a sus hijos andar la ruta profesional y personal. “Estoy orgulloso de ellos, porque entendieron en qué vereda hay que estar sin imposiciones”.
Dátola tiene tres hijos. Uno, Emiliano, se dedica a la actuación. Yasmina es periodista; y la más chiquita, de 8 años, ya tiene su Instagram y su canal de Youtube, y estudia comedia musical con Valeria Lynch.
“No fui un tipo que les haya estado muy encima. Mi alegría es que hayan visto el camino o se los haya transmitido sin querer a través del ejemplo. No les impuse nada, se formaron así naturalmente y eso está bueno”, cierra el vecino mientras observa, con el mismo orgullo que Lomas siente por él, el surco que en su descendencia fue dejando a su p