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Darío Sala: “Me formo para ser en un futuro técnico de Los Andes”

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El exarquero, ídolo del Milrayitas y hoy asesor de Gerardo Martino, habló de su presente, de las ganas de progresar en Atlanta y de su sueño personal. “Quiero ser entrenador del club”, afirmó.

Héroe  del  último  ascenso  a  Primera  División,  Darío  Sala  se ganó un lugar en el corazón de los hinchas y se transformó en uno de los grandes ídolos de la institución.  Sus  atajadas,  la  seguridad  que  daba  bajo  los  tres palos y varias actuaciones magníficas  lo  convirtieron  en  un hombre clave, y hoy, a 16 años de  aquella  temporada  soñada, se prepara para ser entrenador, luego  de  una  exitosa  carrera como gerente deportivo en una empresa de Estados Unidos.

“Me  estoy  formando  para ser  entrenador”,  abrió  Sala  la charla  con  La  Unión,  y  rápidamente  marcó  un  máximo deseo.  “Sueño  con  trabajar  en Los Andes. Si un día se me da la  posibilidad,  quiero  conseguir grandes cosas. Sueño con eso”, tiró el ídolo del Milrayitas, quien hoy trabaja con Gerardo Martino como asesor deportivo en Atlanta y busca absorber todo del exentrenador de la Selección Argentina.

"Todo  esto  es  muy  valioso, algo  que  me  servirá  muchísimo. Si bien me recibí hace varios años, busco hacer las cosas extremadamente   bien,   minimizar al máximo el margen de error,  y por eso no quise dirigir todavía. Quiero aprender todo del Tata y volcar el aprendizaje y la experiencia en mi futura carrera”, comentó el ex arquero.

Y en esa línea, agregó: “Creo que  en  estos  dos  años,  hasta que termine el contrato de Gerardo en Atlanta, intentaré sacarle todo el jugo posible para afianzar  una  profesión  y  largarme como director técnico”.

PASIÓN  MILRAYITAS. A 16 años del ascenso, el vínculo entre el exarquero y Los Andes sigue  siendo  tan  fuerte  como en aquella temporada del 1999-2000.  Nada  cambió.  El  amor es  lo  mismo.  Y  la  fiesta  del Centenario lo dejó en claro. El cordobés  fue  ovacionado  por las  tres  tribunas  colmadas  de hinchas  y  no  pudo  ocultar  las lágrimas. Y es que en su vida, Los Andes fue importante; y él también lo fue en la historia del Milrayitas.

“Hace  más  de  15  años  que no  pisaba  el  estadio  y  verlo como lo vi, con un número similar a lo que fue la fiesta después del ascenso, fue impresionante y algo imborrable en mi memoria. Hice 10 mil kilómetros y en la primera entrada a la cancha, todo el recorrido valió la pena”, señaló el cordobés.

“Es algo muy loco lo que me pasa  en  este  club.  Solo  estuve un año y muy rara vez pasa que  se  dé  un  lazo  tan  fuerte  entre un  jugador  y  la  institución  o entre los hinchas y el futbolista. Siento  un  cariño  especial  por Los Andes”, continuó.

En ese equipo de la temporada 1999-2000, el objetivo era mantener  la  categoría.  El  Milrayitas  no  afrontaba  su  mejor momento económico y, desde la lucidez de Ginarte, se armó un equipo sólido con jugadores que no eran tenidos en cuenta en sus equipos y otros que quedaron libres de sus clubes.

Por  eso,  recordando  a  sus viejos   compañeros,   Sala   comentó: “Acá no había figuras, pero había unión y jugábamos con  pasión.  Jugábamos  como hinchas, por la camiseta, y creo que por eso quedamos en el recuerdo de todos”.

Y cerró: “Nosotros no estábamos  en  los  planes  de  llegar a Primera, la misión era salvar-nos del descenso, pero el grupo tenía hambre de gloria y con un técnico  como  Ginarte,  que  le llegaba al corazón, nos potenció  a  todos.  Lamentablemente siempre  me  quedó  la  cuenta pendiente de jugar en Los Andes en Primera División”.

SALA, EL CORDOBÉS QUE CONQUISTÓ LOMAS

Darío Sala  llegó  en  silencio,  como la  mayoría  de  los  jugadores  que conformaron el plantel que logró el último ascenso a Primera. Venía de ser tercer arquero en Belgrano, sin espacio en el equipo, y con mucho hambre  de  gloria.  Y  rápidamente se  ganó  el  corazón  de  los  hinchas del Milrayitas.

En  la  temporada  1999-2000,  el cordobés  fue  uno  de  los  puntos altos  del  elenco  de  Jorge  Ginarte, especialmente   en   el reducido, donde  tuvo  un  rol  vital:  mantuvo  la valla en cero durante siete partidos (630 minutos) y el único gol. Se  lo  anotó Adrián Czornomaz  -de penal-  en  el  partido  de  vuelta  de la final.  Además, a lo largo del torneo, convirtió tres goles de penal

Por eso, a fuerza de atajadas, sala quedó en memoria de los hinchas y siempre será recordado como el cordobés que conquistó lo

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