El día que Prince bailó en Temperley
locuras de un artista genial .
En 1991, un lunes a la madrugada, el manager de Prince le pedía al chofer del auto que apure la marcha. El músico viajaba en el asiento trasero de un BMW que avanzaba por Yrigoyen, rápido, pasando semáforos a lo loco. El destino era un boliche en Temperley.
En 1991, un lunes a la madrugada, el manager de Prince le pedía al chofer del auto que apure la marcha. El músico viajaba en el asiento trasero de un BMW que avanzaba por Yrigoyen, rápido, pasando semáforos a lo loco, observando los silos de Avellaneda, las fábricas de Gerli y las estaciones de trenes de Lanús, Escalada, Banfield...
El destino era Temperley, un boliche, Le Paradis (ubicado en Meeks), que algún personaje porteño le recomendó a Prince, quien había llegado al país a través de Daniel Grinbank, el productor argentino que durante los ’80 y ’90 trajo a grandes hitos de la música mundial.
Desde su llegada, Prince había resultado de lo más excéntrico y caprichoso. En un hotel lujoso había ordenado más de 100 toallas de un mismo color, y que le suban un piano de cola a la habitación, entre otras cosas. Un verdadero dolor de cabeza para la comitiva.
El recital que dio fue en River, ante apenas 25 mil personas. Sobre aquel día, Grinbank dijo: “No puedo decir que fue una cagada, pero sí que fue decepcionante. El show fue increíble, pero tocó una hora y se fue y no quería seguir. Encima había sido tan genial que todos nos quedamos con ganas de más y el tipo cumplió el contrato que decía una hora y no tocó ni 5 minutos más”.
Pero más aún: ese día Prince hizo una prueba de sonido de tres horas, a la que muy pocos tuvieron acceso, entre ellos, Luis Alberto Spinetta. Cuando el personal de seguridad invitó a los privilegiados a retirarse, El Flaco se escondió en el baño del estadio para seguir escuchando. “Prince es un músico avanzado. Pude comprobarlo en la prueba de sonido, sin una persona en el estadio, y me volví loco. Quizás a mucha gente se le haga incomprensible su música, pero a mí me deslumbró”, dijo Luis sobre ese día.
Al entrar al boliche, pidieron algo para tomar, mientras sonaba Stevie Wonder.
Entre todas las chicas, a Prince le gustó una, que bailaba junto a su novio. Entonces el autor de Purple Rain le pidió a su mánager que le pida a la chica que baile con él, y que su novio se retire del boliche. Claro que el muchacho dijo que no, se armó un pequeño revuelo, y el músico se terminó yendo al r