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La Argentina, un imperio comercial que fue un ícono de Temperley

FERNANDO, el nieto, cuenta la historia de un visionario. Tomás Sad llegó desde Siria en 1912. Comenzó con recorridas por las calles para vender telas importadas hasta que armó su propio local.

 

Fernando Cortés Sad es nieto de Tomás y emprendedor en Temperley desde hace más de 40 años. Fue el encargado de traer a estos días la historia familiar en el rubro del comercio y revivir los comienzos del proyecto que inició su abuelo y que culminó en una famosa tienda llamada La Argentina, la cual cerró sus puertas debido a la crisis de 1930.

Su abuelo Tomás llegó al país en 1912, proveniente de Siria. Al llegar al puerto de Buenos Aires y ver la cantidad de personas con el apellido Saad, pidió que se lo modifiquen a Sad, como se conoce actualmente a la familia. “Mi abuelo era un árabe muy vivo y capaz, en muy poco tiempo generó un negocio muy grande”, aseguró Fernando.

Uno de los motivos que lo llevó a Tomás a emprender su vida y proyectar su futuro en Temperley fue que en esa época ya se encontraba en funcionamiento el ferrocarril y su recorrido culminaba en esa localidad. “Es muy probable que por lo visionario que era se diera cuenta del potencial y el desarrollo que se podía llegar a dar, ya que el Barrio Inglés era habitado por empleados ferroviarios. Hay casas de 130 o 140 años que daban cuenta de ese progreso”.

Al poco tiempo de vivir en Argentina, a Tomás le enviaron una dama 15 años más joven que él y que no conocía previamente para casarse por “poder”; es que en ese entonces los matrimonios se decidían a través de arreglos familiares.

“Mi abuelo era un árabe muy vivo y capaz, en muy poco tiempo generó un negocio muy grande”, advirtió su nieto Fernando.

Tomás recorría las calles y los barrios con su carrito para comercializar telas importadas. Después pudo comenzar con un pequeño local y ahí llegó el crecimiento exponencial: en Meeks y Avellaneda construyó una estructura que se conserva y que actualmente cuenta con más de nueve locales y la casa donde se criaron la mamá y la tía de Fernando.

EL NEGOCIO Y EL FÚTBOL. “Mi abuelo llegó a armar un lugar increíble que tenía muebles y telas que provenían de todas partes del mundo. También dentro del local existía una especie de zapatería, incluso han llegado a comprar containers llenos de mercadería para comercializar. En ese lugar se vendía de todo”, explicó Cortés Sad, quien aseguró que aún existen fotografías de aquellos momentos y se encuentran en el Coto de Temperley, más precisamente en el espacio donde se sube al supermercado desde el estacionamiento.

El emprendimiento de Tomás llegó a contar con un camión con la inscripción “Tomás Sad”, con el que a menudo llevaba a los jugadores de Temperley a diversas localidades, como Quilmes, para que disputen los partidos de visitante. “Había ocasiones en las que los jugadores no podían trasladarse por sus propios medios. El fanatismo por el fútbol era muy grande”, recordó el hombre sobre las anécdotas que le contó su tía Olga, encargada de seguir con lo que se conoce por estos días.

"El lugar era increíble, tenía muebles y telas que provenían de todas partes del mundo. También dentro del local existía una especie de zapatería, incluso han llegado a comprar containers llenos de mercadería para comercializar. En ese lugar se vendía de todo.”

Cabe destacar que los Sad llegaron a mantener una cordial relación con la familia Japas, también comerciantes de origen árabe, y quienes abrieron su enorme tienda comercial en lo que hoy es Sáenz e Hipólito Yrigoyen. Ésta fue la primera con varios pisos y un ascensor, toda una novedad en Lomas para la década del ’40.

ACTUALIDAD. Fernando continuó con el rubro de su abuelo. Tuvo su negocio en Temperley sobre la calle Meeks, pero la globalización de los supermercados hizo que se tenga que mudar. Actualmente, tiene su local de indumentaria en Lomas y Adrogué, bajo el nombre de La Fe, en conmemoración a un cartel con esa frase que se encontraba en la tienda La Argentina, para mantener vivo el recuerdo del esfuerzo famil