El sueño loco de dos vecinos, por Sergio Lapegüe

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Me encantan las historias de superación. Estoy convencido de que una de las claves de la vida es no desanimarse ante los contratiempos, es levantarse después de caer, es tratar de hacer realidad nuestros sueños. Esas historias nos enseñan a mirar la vida con optimismo a pesar de los contratiempos; a nunca abandonar nuestros objetivos. Hay muchísimas.

Y en Lomas de Zamora, por supuesto, también. Hoy me gustaría contarles la de dos vecinos de nuestro barrio que, casi 60 años atrás, se embarcaron con un objetivo increíble para cumplir su (particular) sueño: llegar desde Lomas de Zamora hasta Nueva York... ¡en carreta!

La odisea empezó el 12 de mayo de 1958. Los protagonistas, dos viejos amigos llamados Juan Losardo y Horacio Lozano, no tenían ningún tipo de experiencia en viajes largos y mucho menos en el tipo de vehículo que eligieron. Sólo poseían dos fieles caballos llamados Bocha y Piba y un objetivo ambicioso: que la Ruta Panamericana fuera renombrada como Nuestra Señora de La Paz.

Los vecinos salieron entonces desde la Plaza Grigera por la actual avenida Hipólito Yrigoyen hasta el Congreso de la Nación, punto de partida oficial de la travesía por ser el kilómetro 0 de la Argentina. En Lomas los despidieron el recordado monseñor Alejandro Schell y el por entonces intendente Adrián Boffi. Superados los primeros inconvenientes logísticos, los amigos lomenses tomaron la avenida General Paz rumbo al Norte, con la brújula enfocando a la Gran Manzana.

La hazaña de Losardo y Lozano fue contada por todos los diarios de la época. Su difusión ayudó para que los amigos soñadores recibieran el muy necesario apoyo económico de las autoridades.

Al salir del país empezaron los problemas en serio: en Bolivia no les permitían cruzar con caballos, en Perú excedieron el plazo de estadía para extranjeros y en Colombia un grupo de ladrones intentó asaltarlos a punta de pistola. Igual siguieron adelante, porque de eso se tratan los sueños. Pasaron Panamá, Honduras, Costa Rica y Nicaragua.

Finalmente, en Guatemala, muy cerca de la frontera con México, el desgaste personal (Losardo se enfermó de fiebre tifoidea, tuvo que ser internado y luego traído de vuelta al país) y de los animales (llevaban dos años y medio en la ruta) los obligó a terminar la odisea. Lozano se quedó un tiempo más para ubicar la diligencia y a los caballos, que encontraron un nuevo hogar.

En fin, el sueño de los amigos no se logró por completo, pero sí vivieron una historia increíble para contar. No habrán llegado hasta Nueva York, pero acercarse a la frontera mexicana con dos caballos y una carreta es una hazaña.

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