Un antes y un después: cómo el tren forjó la vida en Lomas de Zamora

NOSTALGIA. El primer jefe de la estación Ciudad de La Paz fue un hombre de apellido Blake. En sus inicios, el servicio era reducido, pero constante.

 La estación de Temperley fue construida en 1871

La estación de Temperley fue construida en 1871.

En Lomas de Zamora, el sonido del tren no es solo parte del paisaje: es la banda sonora de su historia. Desde hace más de un siglo y medio, el tren marca el pulso de la vida local, influyendo en el crecimiento y en la manera en que nosotros -los vecinos- nos movemos y organizamos.

Como ocurre en muchos suburbios, el desarrollo urbano se dio alrededor de las vías y la estación principal. Para la mayoría de los lomenses, subirse a un vagón del Roca rumbo a Capital ha sido, en algún momento, casi un rito cotidiano: ya sea para trabajar, estudiar, hacer trámites o simplemente pasear. Y basta con vivir un paro ferroviario para comprender el impacto que provoca la ausencia del servicio. No es casual que esta sea la línea más utilizada del país. 

El ferrocarril, sin embargo, llegó mucho antes de que Lomas se convirtiera en un lugar elegido para asentarse, como sucedió durante gran parte del siglo XX. En 1865, cuando el distrito todavía se conocía como La Paz, las primeras vías conectaron aquel pequeño pueblo con Buenos Aires. Hasta ese momento, el único medio para llegar era la carreta, lo que hacía el trayecto largo y cansador.

El paisaje que se divisaba entonces no se parecía en nada al actual: al atravesar la zona que después sería Banfield -donde la estación se inauguró en 1873- se encontraban montes y huertos frutales, plantados por el alcalde Tomás Grigera. Más cerca de Temperley, cuya estación fue construida dos años antes, el homenaje en su nombre recordaba a George Temperley, un próspero propietario de tierras que impulsó el diseño del poblado. 

El primer jefe de la estación Ciudad de La Paz fue un hombre de apellido Blake. En sus inicios, el servicio era reducido, pero constante: un tren salía cada mañana desde Plaza Constitución a las 9.00, se detenía en Barracas a las 9.10 y llegaba a Lomas a las 9.35. El viaje de regreso comenzaba a las 11.30, con arribo a la terminal porteña a las 12.20.

Pese a las diferencias tecnológicas, los tiempos de viaje no se alejaban demasiado de los actuales, aunque entonces había menos paradas intermedias. 

Con el aumento progresivo de la demanda, el Ferrocarril Sud primero duplicó las vías y luego las cuadruplicó en el tramo entre Plaza Constitución y Temperley, para dar respuesta a la creciente necesidad de frecuencias y recorridos más extensos. Hoy, la estación de Lomas figura entre las más transitadas del conurbano bonaerense.

Si bien todavía queda mucho por mejorar, las obras recientes han contribuido a elevar levemente la calidad del servicio. El deseo de todos es el mismo: trenes sean más seguros, más rápidos y con mayor frecuencia. 

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